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- El Salmón
- Fuimos a lo de Mariela, para que nos prepare unas viandas. Hay que ser cauteloso, además mi viejo me enseñó que la mejor parte de ir a pescar es el asado. Ella fue bastante amable al hacernos unos sánguches de Jamón. La verdad que la mujer de Arturo es un amor. Preparamos todo en el garaje, las cañas, las redes, hasta un mediomundo. Marcelo ya tenía hasta el wader puesto. Justificable, por el frio en la madrugada. Cargamos todo en el Renault y salimos para Victoria.
- No voy a entrar en detalles, porque a pesar del mercurio, los otros tres iban más que dormidos. Marcelo me daba unos mates y de vez en cuando soltaba un comentario melancólico sobre pescar con los viejos del barrio. Parece que los extraña, desde que el tiempo es implacable en su avance, las formas del barrio se fueron desgarrando y lo que antes era una actividad social para los jefes de familia, ahora es el viaje de 5 boludos que van a tomar pepa a un rio. Para flashear el tiempo del mito. Como si usar la ultima Sage equivale a usar un palo con una tanza. Bueno, en las manos de estos monos, puede que sea así. Salvo Marcelo, el sabe lo que hace.
- Pasando el brazo largo, se despertaron, ahí nomás ya empezó Arturo que paremos en una whiskeria que no pasa nada, que es un rato, que quiere ver si puede comprar un poco más. Ya sabés, se pone denso. Los otros le hicieron la segunda. Bueno, no me quedó otra, estacioné. Y el fue directo al asunto, mientras nos pasábamos de mano en mano una botella de ginebra. Me mojaba los labios, por el frio, pero no tragué nada. Pasó como una hora y el boludo este no salía. Obviamente el único que tenía ganas de pescar empezó a impacientarse. Se puso re loco, y era imposible calmarlo.
- Bueno, la cosa es que se metió como un toro al lugar, y yo lo seguí. Los otros 2 también, más vale. Un pool roñoso, humo, luces que no funcionaban del todo bien. Así sin más, los gritos de: Dale Arturo, salí, dejate de joder. Y ahí nomás nos pararon el carro. Reaccionamos a las piñas, habrá sido la ginebra. Marcelo estaba una furia. Lo agarraron los gordos y no lo podían parar. Creo que fue por su atuendo, se burlaron de eso. Que se yo. Pero no lo encontramos más. Por eso estamos acá. Yo no tenía respuestas de esa gente más que insultos y uno sacó un fierro. Ahí se pudrió. Pensaron que me cagué porque salí disparado. Y sí, agarré el bidón y empecé a mandarle por todos lados. Esos hijos de puta algo le hicieron a Arturo. ¡Ahí no más le mandé mecha, con los otros boludos adentro. Me importaba todo un carajo. Otra vez, el mercurio tomando decisiones. Está bien. Alguien tenía que hacerlo. Ademas seguro que las pibas que estaban ahí iban de obligadas. Anda a saber. Yo ni siquiera vi minas ahí adentro. No sé donde carajo está mi amigo ni como le vamos a contar todo esto. Lo que pienso hacer es volver a Ituzaingó, agarrar lo mio y seguir viaje. Ya fue, la casa la cuidan mis sobrinos no pasa nada. Tengo que resolver esto. Entiendo que no fue lo mejor lo que hice. Ahora, decime cuanto vas a cobrar por buscarlo.
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