Greenmotion

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Jul 30th, 2018
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  1. [font=Georgia]El entrenador estaba desconcertado, pero estaba listo para que Fausto acepte la rendición. Sin embargo una vez más se equivocaría, ya que Fausto no tenía intenciones de rendirse incluso estando la mujer que más quería, en peligro. Apretó los dientes una vez más y le ordenó a su Charizard usar pantalla de humo y así generar una ruta de escape en aquella azotea.
  2.  
  3. Rukawa comprendió de inmediato que debían huir, mientras Hamilton gritaba entre el humo con desesperación al ver que su objetivo restante escaparía. Ambos Charizard aprovecharon la gran cortina de humo para desaparecer, siendo Fausto quien lideraba el escape pero finalmente siendo Invel, quien decida donde podrían esconderse al saber que ese individuo probablemente los buscaría.
  4.  
  5. El escape duró unos cuantos minutos, no faltaron momentos en los que Invel o Fausto inclusive miren en dirección desde donde provenían para comprobar que no les siguieran. En un momento se detuvieron con la respiración agitada, incluso volando la sensación de ahogamiento era grande. La gran velocidad de ambos Charizard probablemente había dejado atrás a Hamilton, pero no podían dejar de pensar en estar atentos.
  6.  
  7. [b][color=#f04314]─¿Por qué no fuimos a buscar al resto? Yo...[/color]
  8.  
  9. [color=#754747] ─No, Invel... No. Es lo que busca, que vaya y le de en la mano la última reliquia... Ellos se las arreglarán, ya pensaremos en algo. De momento hay que buscar un sitio donde no nos espere una turba violenta ¿Se te ocurre algún lugar así? Es irónico que viviendo aquí... No tenga en quien confiar.[/color][/b]
  10.  
  11. Invel sabía donde ir, tenía el sitio perfecto para ocultarse y esas personas le ayudarían sin ningún tipo de excusa, los ayudarían a ambos con mucho gusto. El entrenador le pidió a Fausto que lo siguiera, aunque debían apresurarse. Pasaron unos cuantos minutos sobrevolando los cielos y en la oscuridad de la noche se los podía encontrar con facilidad, era peligroso seguir en el aire como blanco fácil. Debían bajar.
  12.  
  13. Descendieron con cuidado, esperando no toparse con ningún ciudadano pero a esas altas horas de la noche eso era poco probable. Agradecieron ambos la ayuda de sus respectivos Charizard y los guardaron en sus Pokéball, cada uno de esos Pokémon iluminaba con facilidad por lo que llamaban la atención de la misma manera. En la oscuridad de la noche, ahora debían dirigirse a ese lugar en particular.
  14.  
  15. Caminaron por una hora e incluso más, el calor incluso en la noche era altísimo pero afortunadamente los dos masculinos tenían buena forma física por lo que la caminata no fue difícil a excepción de momentos en los que se sentían perseguidos, la sensación de inseguridad era grande. Fausto era el más afectado, sabía que sus compañeros permanecían reclusos del mal que azotaba a la ciudad... Pero debía ser fuerte.
  16.  
  17. La madrugada estaba en uno de sus puntos altos y el silencio era de agradecer, pero el cansancio se hacía presente en Invel, quizás en Fausto también. Luego de caminar y caminar finalmente habían llegado al sitio pautado por Invel, un sitio que Fausto observó con el ceño fruncido aunque no opuso ninguna queja al respecto. El entrenador le invitó a seguirlo y se acercó a la puerta principal, golpeó varias veces de forma silenciosa pero no hubo caso. Nadie salió.
  18.  
  19. Rodeó el establecimiento hasta encontrar un paredón que bien podrían trepar de un salto al agarrarse con las manos en el borde, ambos hicieron lo dicho y entraron al terreno trasero de las aguas termales, donde estaba la casa de sus dueños: El anciano Abel, Clarke y Dana, también su hijo llamado Dante. Ambos individuos se habían chocado con pequeños canastos de paja y tiraron ─obviamente sin intención─ un cesto de aluminio que servía para guardar basura.
  20.  
  21. El ruido generado provocó que el sigilo no quede como primer herramienta a utilizar, sin embargo Invel sabía que allí lo conocían, pero no quería asustarlos a esa hora de la madrugada. Ya estando en la zona de residencia en aquel patio trasero ajeno al negocio, golpeó la puerta de la vivienda una y otra vez hasta que un muchacho de aproximadamente quince años abrió la puerta con los ojos medio cerrados y una linterna en su mano diestra.
  22.  
  23. [b][color=#f04314]─Tranquilo, conozco a Abel y también a tus padres... Diles que soy Invel, lamento la hora pero necesitamos un sitio donde pasar la noche... Es una larga historia.[/color][/b]
  24.  
  25. La puerta fue cerrada de golpe, obviamente el infante no conocía Invel y no había llegado a ver que Fausto estaba tras de él: Por esa razón no les dejó avanzar. La voz de Clarke se escuchó y el joven nombró a Invel, seguramente eso sería más que suficiente para que la puerta vuelva a abrirse sabiendo que no habría problema con esas visitas, no había nada que temer.
  26.  
  27. El joven con la linterna frotó sus ojos por el cansancio, era muy tarde después de todo. Invitó al entrenador y a Fausto para que lo siguieran dentro de la casa y Clarke recibió a Invel con un gesto de sorpresa al notar quien lo acompañaba. Ambos le contaron lo acontecido al dueño del hogar y al rato se sumó Abel, quien al estar consciente de todo lo que ocurría en la ciudad no dudó en darles una ayuda incluso a esas altas horas.
  28.  
  29. Pasarían la noche allí, sin embargo sería difícil que esos dos peguen un ojo teniendo en cuenta que las otras tres personas que dejaron atrás probablemente no la estén pasando nada bien. Sería necesario descansar ya que momentos cumbres podrían estar cerca y todas sus energías serían requeridas para ese momento. El entrenador que se mete donde no le llaman y el líder del valor y la fuerza se enfrentarían pronto al gran mal.
  30.  
  31. Les había costado dormir, era obvio. Más que el intenso calor y la falta de aire acondicionado o ventiladores ─inutilizables, gracias a la caída del suministro eléctrico─ lo que impidió que Fausto y el entrenador durmieran en paz fue la sensación de haber sido derrotados, tres de las cuatro reliquias estaban en manos de Hamilton pero ese no era el problema: Sino los humanos que había capturado, los compañeros y amigos de Fausto. Incluso Elric daba cierta pena.
  32.  
  33. A la mañana siguiente Invel despertó notando que el calor no lo dejaría dormir más, tampoco es que quisiera continuar su descanso. Se levantó del sillón que sirvió de cama en esa noche y buscó a alguien conocedor de la casa para que le indique donde estaría el baño, más no fue necesario ya que luego de recorrer la planta baja: Encontró lo buscado. Lavó su cara y se marchó al patio donde Fausto le esperaba.
  34.  
  35. [b][color=#f04314]─¿Ya nos vamos?[/color]
  36.  
  37. [color=#754747] ─Aún no, Invel. Pensé en marcharme antes de que despiertes, pero el viejo me detuvo. Tiene razón.[/color]
  38.  
  39. [color=#f04314] ─¿En qué tiene razón?[/color]
  40.  
  41. [color=#900c3f]─En que haría lo que Hamilton espera que haga, caer otra vez más en la trampa ─[/color][/b]Repentinamente Abel hizo su aparición, deseando los buenos días al recién llegado y continuando con la charla.
  42.  
  43. Debían ser pacientes, el anciano era sabio y tanto Invel como su compañero de huida habían entendido que ser impulsivos no les serviría de nada. En esos momentos seguramente Fausto extrañaría la inteligencia analítica de Ivana, o la calma de Rose. Inclusive se apiadaba de Elric quien seguramente estaría vaya uno a saber en qué condiciones, sintiendo una completa humillación.
  44.  
  45. Necesitaban esperar un mensaje, una señal, algo que les indique el paso a seguir. ¿Qué más debían hacer sino esperar? Era imposible, no podían aguantar un minuto más sin hacer nada, permanecer de brazos cruzadas no era su estilo. Aguantaron una hora, dos y a la tercera no pudieron más. Pasadas las doce del mediodía, debían moverse pero una vez más les detuvieron a ambos.
  46.  
  47. Esta vez fue Dana, la madre de la casa quien le pidió a Invel y Fausto sobre todo, dejar de ser tan idiotas e imprudentes sobre todo. Serían ellos quienes les den una mano ¿cómo lo harían? Era simple, irían a recorrer un poco la ciudad para ver qué se decía, qué se contaba sobre los sucesos recientes. Seguramente en algún sector de la ciudad habría energía gracias a los grupos electrógenos, quizás la televisión local tenga algo que decir... Hamilton, quizás tenga algo que decir.
  48.  
  49. Así fue como luego de varias horas fuera, Clarke y su esposa regresaron junto a Dante, su hijo. Las noticias no eran tan buenas, de hecho no había nada que resulte útil para el político y el entrenador. Las horas que habían permanecido en esa casa fueron invertidas hablando con Abel sobre la ciudad, sobre viejas historias, etcétera. Pasadas las dos de la tarde, no había avance alguno.
  50.  
  51. Fausto agradecía la hospitalidad pero no podía tolerar un segundo más en esa casa mientras Rose y el resto permanecían secuestrados vaya uno a saber donde, sin embargo como si de una señal divina se tratase: La energía eléctrica había vuelto en parte, pero sabían que no podían significar buenas noticias del todo. Encendieron la televisión para sintonizar los canales locales y como era de esperarse había una conferencia local pautada para dentro de dos horas.
  52.  
  53. Esperaron demasiado, la intriga los sobrepasaba a todos y no podían tolerarlo más, pero cuando la hora llegó: Pudieron ver a Hamilton con esa expresión de calma tan desagradable, Fausto no podía siquiera verlo sin sentir la ira que corría por sus venas. Invel por su parte lo observó serio, esperando a ver que tenía esa basura para transmitirle a la ciudad aunque en el fondo sabía que el mensaje era para Fausto.
  54.  
  55. En primera instancia mintió, aclaró que el suministro energético había caído por inoperancia de Ivana: Mentiras, él había sido quien ordenó la caída del sistema que mantenía en pie la energía eléctrica en la ciudad. En segunda instancia dijo palabras que provocaron escalofríos en Fausto y cierto temor en Invel, palabras que Abel y su familia escucharon pero no creyeron, ellos sabían la verdad ¿el resto del pueblo, la sabía?
  56.  
  57. Criminales. Eso eran, Fausto y sus compañeros así como también Invel habían sido tachados públicamente como invasores de territorios privados, invasores de lo ajeno. Aquel sujeto llamado Hamilton mintió afirmando que un sujeto entró temerariamente a su edificio privado y buscó atacarlo al verse superado por su campaña política, lamentablemente la gente le creería. Sin embargo había que aclarar un punto importante: Hamilton no los había nombrado, les nombró “ladrones”.
  58.  
  59. Tenía una estrategia, algo estaba planeando como para no nombrar a Fausto o a Invel, y ese plan no tardaría en escucharse. El villano multimillonario buscó al “ladrón”, nombrándolo y mandando un mensaje exclusivo para él:
  60.  
  61.  
  62. [/font]
  63. [center][i][b]“Tu gente y los tres tesoros esperan en la casa del fuego, hogar del río rojo y cumbre de lo sagrado. Donde todo comienza, donde todo termina. Tienes el tesoro que me falta y yo tengo los tres que más proteges, así que te espero... ¿vendrás, ladrón?”[/b][/i][/center]
  64. [font=Georgia]
  65.  
  66.  
  67. El mensaje había sido lo suficientemente claro, al menos para Fausto. Mientras que Invel y el resto de los que oyeron ese mensaje no tenían la menor idea de lo que había dicho aquel sujeto, Fausto sí la tenía... Abel también. Ambos parecían preocupados, se notaba en sus expresiones y el joven entrenador no se tardó mucho en preguntar qué les ocurría, más no había tiempo que perder en charla.
  68.  
  69. La transmisión estaba a punto de finalizar y el magnate mintió nuevamente diciendo que el suministro sería suspendido una vez más debido a que tenían dificultades técnicas, mencionó también la falta de cooperación que el gobierno actual de la ciudad tenía para con su propósito de mejorar las condiciones actuales y eso obviamente generó mucho malestar en la gente que tenía cada vez menos paciencia con Fausto y los tres políticos restantes, siendo los únicos que quedaban al mando en esa ciudad.
  70.  
  71. [b][color=#900c3f]─Joven Fausto... ¿Lo harás?[/color][/b]
  72.  
  73. [color=#754747][b]─No tengo opción anciano, tengo que irme... Gracias por su hospitalidad. Invel, a partir de aquí no es necesario que participes, además... ─[/b][/color]Sin que el político pueda terminar de hablar, Rukawa le interrumpió.
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  75. [b][color=#f04314]─Silencio, no quiero oír nada más. Dime donde debemos ir y te acompañaré, no es una lucha que puedas ganar sólo. Tiene que haber algo más que podamos hacer ¿no? Sólo dime ¿dónde debemos ir?[/color][/b]
  76.  
  77. Hubo un momento de silencio.
  78.  
  79. [b][color=#754747]─Debemos ir al punto más alto posible en el volcán, esas palabras son parte de una antigua leyenda... La casa del fuego, así se le conoce al volcán... El río rojo.[/color][/b]
  80.  
  81.  
  82. [/font]
  83. [center][img]https://images2.imgbox.com/33/16/ZN8XqVEC_o.png[/img]
  84. [img]https://images2.imgbox.com/4f/b5/WJ6wSl6T_o.jpg[/img]
  85. [img]https://images2.imgbox.com/33/16/ZN8XqVEC_o.png[/img][/center]
  86. [font=Georgia]
  87.  
  88. Pocas preparaciones fueron necesarias, ya no había tiempo que perder. En el anonimato de esa gran casa, Fausto y el joven Rukawa se despidieron de Abel y su familia luego de agradecer su ayuda. Bebieron un largo trago de agua fresca antes de enfrentar el calor de la batalla, un calor que sería más intenso que el propio presente en la ciudad del fuego sagrado, Flammeus Town.
  89.  
  90. Invel ya era un ciudadano más, se sentía parte de todo lo acontecido y le costaba creer que tan poco tiempo en la ciudad le parecían semanas, incluso meses. Fausto le trataba como a uno más y eso le daba buenas sensaciones, sentía que al fin se había ganado el respeto que había venido a buscar luego de vencer a un líder de gimnasio, pero aún estaba en medio de un gran problema que solventar.
  91.  
  92. El entrenador se consideraba un guerrero, contaba con seis valientes aliados que habían venido dispuestos a ayudarlo en cualquier batalla, esta no sería la excepción. Uno de esos aliados en particular seguramente le vendría de gran ayuda en la batalla próxima, aquel aliado que tantos problemas le ocasionó en primera instancia... Las marcas del fuego en su cuerpo habían sido provocadas por ese Pokémon en particular.
  93.  
  94. Los dos Charizard una vez más sirvieron como medio de transporte, el gran volcán estaba a unos cuantos kilómetros de donde se encontraban así que tardarían un buen rato en llegar. Llegarían al atardecer, el calor intenso y los peligros de ser interceptados provocaron que el vuelo no sea tan rápido como se esperaba, además de que debían evitar ciertos puntos estratégicos de la ciudad.
  95.  
  96. Finalmente al pasar una hora y poco más, el volcán se veía desde la lejanía con nubes que obstruían el punto más alto de aquella montaña, bajo esas nubes que lo tapaban todo quizás estarían Rose y el resto, siendo la primera en mención quien Fausto más deseaba encontrar. El rostro serio y decidido de ambos jinetes antes de llegar a destino dio a entender que no había vuelta atrás... Ya no.
  97.  
  98. Era peligroso por varias razones volar cerca de ese volcán, eran un blanco fácil después de todo. Por tierra también lo serían, sin embargo tenían que correr ese riesgo. El ascenso a esa gran montaña era a través de un gran sendero rocoso que no sería fácil de subir, pero debían hacer el esfuerzo mientras los minutos seguían corriendo sin piedad. El tiempo no espera a nadie, no hay excepciones.
  99.  
  100. Hubo silencio. No había razones para que Fausto o Invel hablen, afortunadamente los Pokémon salvajes de la zona estaban bastante ocupados en sus asuntos, no había gente cerca debido al calor infernal que invadía la atmósfera cercana y se transformaba en un calvario el hecho de caminar cuesta arriba con esas condiciones climáticas poco fáciles de soportar, estaba costando todo el triple.
  101.  
  102. El silencio se rompió cuando Fausto le preguntó algo a Invel, algo que el entrenador había pensado y de hecho comprendía.
  103.  
  104. [b][color=#754747] ─Invel, sabes que cuando lleguemos no nos recibirán con tranquilidad y habrá que luchar... ¿No?[/color][/b]
  105.  
  106. Lo sabía, claro que lo sabía. Asintió y le dio a entender que lo comprendía, no había tiempo que perder y debían seguir caminando. El reloj que Invel tenía en su muñeca derecha marcaba las seis de la tarde, el tiempo estaba volando. La cima podía verse desde donde estaban, poco más de media hora les tomaría llegar al sitio indicado... El momento decisivo estaba cerca, muy cerca y la tensión era cada vez mayor.
  107.  
  108. ¿Qué pasaba por la cabeza de los dos individuos? ¿Miedo? ¿Intriga? ¿Coraje? ¿Ansiedad? Podrían ser todas esas sensaciones o sentimientos a la vez, era una gran probabilidad que se sientan así y no sería raro. Sin embargo sus rostros decían otra cosa: En esas expresiones se podía ver la calma reflejada en esas pupilas fijas y decididas, se podía sentir el calor y la voluntad de fuego en ellos dos.
  109.  
  110. Al estar cerca de la cima, Fausto sugirió ir en compañía de alguien más: Sus Pokémon. Esta vez no fue Charizard el seleccionado por aquel sujeto, sino un Blaziken que luego de unos instantes cambió de forma a una que Invel jamás había visto antes, un Blaziken completamente distinto a uno normal. No había tiempo para preguntar las razones de ese cambio, Invel debía seleccionar a su ayudante.
  111.  
  112. Podría haber elegido a Charizard, también a Greninja, [i]Pride[/i] y [i]Sannin[/i] respectivamente eran las mejores opciones en todo momento para el entrenador proveniente de Ciudad Verde. Sin embargo la situación solicitaba medidas drásticas, medidas distintas. Buscó en su bolsillo la Pokéball que tenía en mente y dejó salir al majestuoso guerrero de fuego que le ayudaría en esas batallas venideras: Ese Entei mejor conocido como [i]King[/i] salía en su máximo esplendor para el asombro de Fausto, quien tampoco preguntaría mucho al respecto.
  113.  
  114. El asombro del pelirrojo seguía siendo notorio, quizás no imaginaba que Invel cuente con un compañero de combate similar al expuesto, sin embargo así era para su buena fortuna ¿qué mejor que contar con la mejor ayuda posible para los desafíos que tendrían en frente dentro de pocos minutos? Era lo mejor que podía sucederle a ambos, sin embargo las cosas no siempre salen como uno imagina.
  115.  
  116. A lo lejos se veía la llegada de dos individuos con claros gestos de calor, sus respiraciones eran pesadas y en sus mentones caían pequeñas gotas de sudor. La sonrisa del villano se hizo ver y cerca de la cima donde estaba el gigantesco cráter volcánico, también se encontraba el antagonista de toda Flammeus. Hamilton esperaba, así como también un gran número de colaboradores que poco a poco se levantaban del suelo donde estaban sentados.
  117.  
  118. Tras esos dos entrenadores o mejor dicho a su lado, venían Blaziken y Entei, quien mirando fijamente a todos caminó con lentitud sin dejar de seguir a su entrenador. Si el objetivo de Invel y Fausto era que sus Pokémon les sean de ayuda a la hora de combatir ¿por qué permanecían delante de ellos? ¿Cuál era el plan de esos dos? ¿Tenían siquiera algún plan que pudiera servirles?
  119.  
  120. Los miraban: Miraban a Invel y miraban aún más a Fausto, quien mantenía su mirada firme en Hamilton al igual que el joven Rukawa. Esa mirada cambió por completo al ver que cerca de allí, los tres custodios de Hamilton vigilaban fervientemente a Rose, también a Ivana y a Elric. Fue Rose quien con la boca amordazada, negó varias veces al ver que Fausto se acercaba. No serviría de nada, no se alejaría.
  121.  
  122. Las miradas también eran dirigidas al Blaziken tan particular, también a ese Pokémon que probablemente varios desconocían ─para fortuna de Invel, ya que lo que menos quería en ese momento era que también quieran tener prisionero a su majestuoso Entei─ Al tener una distancia no tan lejana, más bien a pocos metros: Hamilton habló directamente para Fausto.
  123.  
  124. [b][color=#570d33] ─Me alegra ver que has recapacitado, Fausto. Sin embargo me cuesta entender por qué hicieron tal estupidez... ¿Con qué sentido? Si aquí estás, una vez más frente a mí. Imagino que traes lo que te pedí ¿no es así?[/color][/b]
  125.  
  126. El masculino de cabello carmesí llevó una mano a su cintura y removió un poco su camiseta para dejar a la vista una funda, la funda de un arma blanca. Con rapidez sacó una daga de mango completamente negro y una especie de metal completamente carmesí. Invel no tardó en notar que dicha daga era probablemente la reliquia que Hamilton tanto esperaba, la reliquia que Fausto tanto protegía.
  127.  
  128. [b][color=#570d33] ─Eso es... ¡Eso mismo! Ahora, vas a traerme esa reliquia y terminaremos con lo que empecé. Nadie hará ninguna idiotez, aquí no hay héroes ¿entendido? A menos que quieras que esa preciosa muchacha que tanto observas tenga un corte en el rostro ¿soy lo suficientemente claro? Mantengan a esas criaturas suyas lejos de mi vista.[/color][/b]
  129.  
  130. No hacía falta responder a eso, Fausto caminó lentamente mientras Invel permanecía en su lugar, poco a poco iban siendo rodeados por aquellos que trabajaban para Hamilton, probablemente tenían intenciones de recluirlos a ellos también. Esta vez no habría tiempo ni oportunidad para escapes de último momento. Blaziken y Entei tampoco podían participar, no había planes... No había nada.
  131.  
  132. La única labor que tendrían esos dos Pokémon era la de proteger a sus respectivos entrenadores desde la distancia, una distancia que no era tanta como tal pero que apenas les dejaría escucharlos hablar. Los dos Pokémon de tipo fuego se dedicaban a observarlo todo con seriedad, sin ejercer ninguna acción por el momento: Seguramente esperarían pacientes el momento en que sus participaciones sean requeridas.
  133.  
  134. Invel lo observaba todo con cierto nerviosismo, al igual que Rose y el resto de los líderes que estaban amordazados y completamente inmovilizados por sus captores. Los pasos de Fausto eran relajados, sin embargo no tardaron en acercarse dos de los esbirros que Hamilton había llevado allí, lo que menos quería seguramente era llevarse una puñalada sorpresa. Le guiaron frente a el magnate sosteniéndolo de los brazos y lo dejaron allí.
  135.  
  136. [b][color=#570d33] ─Dame la daga, por el lado del mango. No se te ocurrirá cortarme con eso ¿no? Te recuerdo que allí están tus compañeros, y también arrastraste al pobre muchacho aquel a toda esta situación. Es lo mejor que puedes hacer por ese pueblo sufriendo ¿no? Dame la reliquia, ahora.[/color][/b]
  137.  
  138. El pueblo. Flammeus entera seguía sufriendo las inclemencias de un calor que provenía de vaya uno a saber donde ¿una maldición quizás? ¿un protector enfadado? A esas alturas todo eso pasaba a un segundo plano teniendo en cuenta que las vidas de todos los presentes allí estaban en peligro, en las cercanías de un volcán posiblemente activo no era fácil pensar en otra cosa.
  139.  
  140. [b][color=#754747] ─Perdón... Rose[/color][/b]
  141.  
  142. Un último murmullo, los inútiles intentos de Rose quien estando amordazada no pudo decir nada más y las atentas miradas de todos los presentes fueron lo último acontecido en ese instante anterior a la entrega de la reliquia. Al fin las poseía, tenía las cuatro reliquias a su disposición y esa risa maquiavélica se hizo escuchar en lo alto de la montaña. Con la daga en su poder, Hamilton caminó en dirección contraria a donde estaba parado y abrió un gran cofre de color negro.
  143.  
  144. Dentro de ese cofre estaban presuntamente las tres reliquias restantes, muy bien cuidadas y aseguradas. ¿Cumpliría ahora su promesa de dejar marchar a Rose y al resto? Así debía ser, después de todo Fausto había cumplido con su parte del trato. Con las reliquias en su poder, Hamilton debía encargarse de restaurar la energía en Flammeus, pero nuevamente las cosas serían distintas.
  145.  
  146. Entei gruñía ante la situación como si pudiera comprender todo, sin hablar tal como Invel le había indicado. Blaziken caminaba de forma lenta adonde se encontraba su entrenador mientras dos individuos lo sostenían por ambos brazos, dichos sujetos le habían ordenado que detenga a ese Blaziken o tomarían medidas. Obviamente el pelirrojo ya sin ánimos de pelea, le pidió detenerse con la voz casi rendida.
  147.  
  148. [b][color=#570d33] ─Ha pasado tanto tiempo ¿cuántos años ya?[/color][/b]
  149.  
  150. Era Hamilton quien hablaba en el silencio de toda esa cantidad de testigos, quienes no decían una sola palabra. Aliados y enemigos permanecían callados. El magnate sostenía la daga en su mano y tanteaba el filo con el dedo índice, procurando no cortarse en el proceso. Se giró momentáneamente a ver a los reclusos y luego miró donde estaban Fausto, pasando luego la vista por Invel y sonriendo vagamente.
  151.  
  152. [b][color=#570d33] ─Sabes Fausto, es bueno que hayas venido a mí. ¿Recuerdas lo que dije sobre cumplir mi parte? Es momento de que haga lo que debo hacer, un hombre debe hacer lo que debe hacer... Aunque suene reiterativo. Oh, debe ser mi júbilo el que no me deja pensar con claridad ¿o es este calor intenso? [/color][/b]
  153.  
  154. Una nueva risa desagradable resonó en el lugar, Hamilton era similar a un villano que poco a poco perdía la cordura, esa elegancia que parecía portar poco a poco demostraba ser una fachada, la fachada de un ser completamente desagradable y retorcido, que estaba disfrutando con la situación y que aparentemente no tenía ningún interés en cumplir su parte del trato. Él mismo lo diría.
  155.  
  156. [b][color=#570d33] ─Años, muchos años han pasado hasta que al fin... Hamilton III consigue el objetivo tan ansiado... Tanto tiempo... Esta ciudad repleta de idiotas al fin recibirá lo que merece, será una venganza acorde a lo que la ciudad del fuego pide ¿no? Es lo que merecen, ese calor infernal debería quemarlos a todos... Uno por uno deben pagar, se lo merecen...[/color][/b]
  157.  
  158. Asentía con la cabeza, hablaba en voz baja y por momentos caminaba nerviosamente, en su expresión se podía apreciar la locura. Fausto y el resto lo observaban con miradas llenas de intriga, asco, vergüenza y por momentos... Miedo. Por supuesto que había miedo, superados en número y estando cerca de un volcán con un loco que parecía perder más cordura a medida que avanzaban los minutos ¿quién no estaría asustado?
  159.  
  160. [b][color=#570d33] ─Quién lo diría. Luego de planear todo, luego de que su querido alcalde se venda por unos pocos millones y me diera acceso a la primer reliquia. Uno por uno han caído en mis trampas, todos... Ha habido un imprevisto, aquel mocoso entrometido ¿de qué sirvió? ¡De nada, obviamente! Este será el día en donde la gente que ahora mismo está haciendo manifestaciones en contra de ustedes, termine por perecer... [/color][/b]
  161.  
  162. [b][color=#754747] ─¡Estás demente! ¿Qué más quieres de nosotros? ¿Qué más quieres de esta ciudad que nada te ha hecho? Déjanos ir maldito desquiciado, no tenemos nada más que darte... Déjalos ir a ellos, el muchacho, Rose y mis compañeros... Han pasado por mucho ¿qué más quieres? [/color][/b]
  163.  
  164. Casi tan tembloroso como el enfado de Fausto, el suelo comenzó a moverse levemente ¿el volcán estaba reaccionando? Un momento inoportuno, claramente. Fausto y todos los presentes a excepción de Hamilton miraron por momentos en dirección a la cima, lo que menos querían todos era un río de lava cayendo sobre ellos. De un momento a otro, Ivana consiguió que uno de sus captores no sólo le quite la mordaza a ella, sino también a Elric y Rose.
  165.  
  166. [b][color=#640909] ─¡Hey tú! ¡Suficiente! Por favor... Déjanos marchar, si este volcán hace erupción toda la ciudad peligrará... No hemos hecho los ajustes para que la lava corra por los canales de emergencia, tampoco hay zanjas lo suficientemente profundas para mitigar la caída de la lava, si no nos dejas ir...[/color]
  167.  
  168. [color=#570d33] ─Si no los dejo marchar ¿la ciudad peligrará? ¡Es eso lo que busco! ¿Y tú eres la cerebro de todo el gobierno? Deberías haberlo notado, yo no estoy aquí para salvar a la ciudad, vengo a destruirlo todo... Comenzando por esta porquería[/color][/b]
  169.  
  170. Ante los ojos de todos, Hamilton había cometido lo impensado por muchos, pero lo que seguramente planeó desde un comienzo. Liberó a un Pokémon, Talonflame más precisamente. Dicha criatura era capaz de elevarse y acortar distancias con la cima del volcán sin sufrir en demasía las inclemencias del clima, el calor intenso no le afectaría. El magnate extendió su brazo derecho, alcanzándole la daga al Pokémon volador quien la tomó con sus garras.
  171.  
  172. Invel y todos los presentes se imaginaban lo que ocurriría a continuación, pero no esperaban presenciarlo con sus propios ojos. El Pokémon volador escuchó los susurros de su dueño y posible entrenador, voló con calma a la cima del volcán y se pudo ver como dejaba caer lentamente a la daga... Una vez caída en el volcán, el magma se encargaría de borrarla para siempre y así fue: La daga carmesí había sido eliminada frente a los ojos de su protector. [/font]
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