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- perfil que amé en secreto
- historia que no fue
- Este perfil se caracteriza por la ausencia de regularidades en la forma de abordar el proceso de composición escrita. En determinadas ocasiones se escribe de inmediato, pero en otras resulta muy difícil empezar a llevar la página en blanco.
- Las personas que han sufrido abandono emocional o pérdida de sus padres a temprana edad, o bien quienes han sido reprimidos emocionalmente, en especial aquellas de personalidad reservada, son susceptibles de albergar tipo de sentimientos que denominamos desamor. En algunos casos llevándolo al extremo, por ejemplo no bañándose en varias semanas, lo que me costó el amor de Daniela. Mis compañeros en el instituto tenían respeto por sí mismos, pertenecen a familias bien constituidas, dispuestos a jugar las reglas del amor de manera inteligente, aceptando sus consecuencias como algo normal en la vida.
- Otros, sin embargo, obtienen accidentalmente este tipo de vivencias de una manera menos traumática, coquetean constantemente o buscan un objeto de deseo inalcanzable.
- Para la mayoría de la gente que sufre por un amor no correspondido, es ésta una experiencia tortuosa, cayendo en el masoquismo y la depresión.
- Sin embargo, puede ser simultáneamente una gran fuente de satisfacción la sensación de tener a alguien a quien amar, aunque ese amor no sea recíproco. Como cuando me invitaron a la mesa de las chicas y sonrojada Daniela me dijo: Gusto de vos.
- ¿Qué significa eso? Nada nada, es una prenda. Aquí luego de 22 años, sigo recordando los bordes de esa mesa.
- El que ama puede considerar que tener esa vivencia tenga la sensación emocional de angustia. Prefiriendo estar enamorado sin ser correspondido antes que no sentir nada. Puede ser una sensación frustrante y negativa, pero ahí sigue su flequillo castaño dibujando los margenes de su cara, luego de todas mis infancias. Incluso pueden pasar momentos en los cuales hay euforia por sentirse enamorado, a otros en los cuales siente tristeza extrema al recordar que el objeto del amor es inalcanzable.
- Como a un malabarista se le caen las clavas, quedé sin saber cómo seguía el acto que estaba representando en esta vida. A mi pesar, siempre intuí que no me amaba. Me daba cuenta que mis infinitos esfuerzos por complacerla y conquistar su cariño eran en vano. No obstante, no podía evitar pensar que algún día me querría. No es que no se ocupara de mi. Cumplía estrictamente todos y cada uno de los deberes que el protocolo de una buena alumna indica. Jamás faltó a un examen, menos aún, a un concurso de belleza.
- Protagonizó todos y cada uno de los actos escolares en que participé, eso sí, jamás la vi emocionada. No me miraba como las otras miraban a los chicos. Mi padre y mi abuela –conscientes del encubierto abandono materno- trataban de mitigar mi dolor con un amor desmedido. Como si un amor, cualquiera fuere, pudiese llenar el vacío infinito que deja la ausencia de otro. Sentía que jamás podría estar a la altura, o mejor dicho, del recuerdo.
- Llegué a pensar como algo lógico eso de no poder amar. Pensé también que su falta de amor se debía al hábil equilibrio en el que manejaba su cordura. Llegué a sentir pena por ella, otras veces rabia, pero luego todos los sentimientos dejaron paso a la indiferencia. Sin notarlo, sin quererlo, sin proponérmelo, hice casi lo mismo que hizo ella. Comencé a dejar de amarla.
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