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- [center][img]https://images2.imgbox.com/72/c9/Kv6rEynt_o.jpg[/img][/center]
- [font=Georgia]
- En una habitación ambientada tradicionalmente, una pareja vestida con batas de investigación y un joven de cabello castaño parecen entablar una conversación bastante amena, el muchacho de pelo castaño se ve bastante animado y la pareja escucha en silencio lo que él tiene para decirles.
- [b][color=#f04314]─Iré a Flammeus, luego de pensarlo bastante creo que es mi mejor opción.[/color]
- [color=#666666]─¿Y crees que te irá bien? ¿Vas preparado?[/color][/b]
- La conversación se limitaba al joven Invel Rukawa y su mentor, conocido simplemente como “El Profesor”.
- [b][color=#f04314]─Siempre voy preparado a cualquier nuevo desafío, eso no quiere decir que saldré vencedor o triunfaré pero... Creo que prefiero eso al pesimismo.[/color]
- [color=#666666]─Estamos de acuerdo con eso. ¿Cómo viajarás? Bah, no sé para que lo pregunto si la respuesta es obvia... Sigues viajando peligrosamente encima de tu Charizard ¿lo dejarás descansar esta vez para que ella pueda dormir tranquila sabiendo que no te caerás desde las alturas?[/color][/b]
- El profesor parecía no estar de acuerdo con los métodos que el joven entrenador tenía para viajar a través de la región. Su pareja aparentemente tampoco estaba muy contenta con esa metodología de viaje que Invel tenía en cada una de sus travesías.
- [b][color=#000000]─Esta vez estoy de acuerdo con él ¿por qué no viajas en alguno de los buses que pasan por las rutas cercanas? Luego podrías caminar, no te dejarían tan lejos de allí... Es menos peligroso, sabes que no nos gusta tu manera de viajar y también sabes que si tu madre supiera...[/color]
- [color=#f04314]─Tranquilos... Entiendo, así que no hay problema. Además mamá sabe que puedo cuidarme y soy prudente, viajo de la misma manera hace más de seis meses y nunca hubo problema... [/color][/b]
- La mirada firme de la pareja adulta hizo que el entrenador de cabello castaño se re-plantee la situación, eran adultos responsables después de todo y él apenas un joven que debía aceptar recibir consejos de alguien mayor cada cierto tiempo.
- [b][color=#f04314]─ Está bien. Iré en alguno de esos transportes, al menos por esta vez. Supongo que así Pride tendrá más descanso ¿No?[/color][/b]
- Su Charizard, también conocido como Pride tendría menos trabajo gracias a la decisión tomada por su entrenador gracias al consejo del profesor y la profesora, las figuras adultas que en Ysiel simbolizaban más que eso para Invel: Eran casi sus padres en esa región, quienes le proporcionaban un techo donde vivir y también ayuda en su labor como entrenador, ¿como no aceptar sus consejos? Poco probable que Invel no los tome en cuenta.
- No había más que hablar del tema en ese momento, la noche había bañado el cielo hace un largo tramo y ya era hora de descansar, el entrenador y sus compañeros saldrían de aventura muy pronto por lo que la energía sería un bien preciado y muy necesario, debían descansar para los futuros acontecimientos.
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- [center][img]https://images2.imgbox.com/4a/e6/LIkmctrO_o.jpg[/img][/center]
- [font=Georgia]
- Por la ventana de un bus, el entrenador proveniente de Kanto observaba con detenimiento el camino recorrido. Miraba los árboles, veía Pokemon volando a lo lejos y se relajaba bostezando ya que acababa de despertar hacía pocos minutos. Bostezó una vez más y miró el reloj de mano en su diestra, informándose que eran las cinco de la tarde y pocos minutos más.
- [b][color=#f04314]─Vaya... Dormí mucho─[/color][/b] Murmuró en un tono bajo, bostezando nuevamente.
- No estaba acostumbrado a las siestas y se notaba que tenía una ligera molestia ¿Quizás jaquecas? Era posible, dormir siesta sin estar acostumbrado puede generarlas. Fuera de ese vehículo con aire acondicionado podía sentirse el calor que seguramente sorprendería al entrenador quien no acostumbraba visitar lugares con esa condición climática. Kanto es una región templada en mayoría a excepción de algunos lugares cercanos a las montañas donde si bien no se llega al punto del frío polar, puede decirse que sí hay frío.
- Mientras se enfocaba en mirar el entorno, pensaba en que ya estaba acercándose a Flammeus Town, además de que el mismísimo speaker del autobús se lo confirmaba con un anuncio:
- [b]"PRÓXIMA PARADA: SENDERO AL VOLCÁN"[/b]
- Supo entonces el castaño que debía bajar del bus pronto antes de que siguiera su rumbo con destino a otra ciudad o ruta, algo que atrasaría mucho su llegada a la ciudad del fuego donde aún tenía que solucionar asuntos de hospedaje y otras yerbas. Bajó pronto del transporte y lo primero que hizo además de respirar aire puro fue sentir el intenso calor que las cercanías de Flammeus tenían para él.
- Bufó y abrió como pudo el cuello de su camisa para dejar entrar un poco de aire, pero era en vano porque el calor era bastante molesto, pero no podía quejarse. Colocó la tira de la mochila en su hombro derecho y emprendió la marcha en sentido contrario al sendero que lo llevaría al volcán, no tenía intenciones de dirigirse hacia ese sitio ─de momento─ por lo que caminó tranquilamente hacia la ciudad que se veía desde la lejanía.
- A lo lejos se alcanzaba a ver una ciudad con apariencia de aldea, descendiendo por esa ruta algo montañosa que a espaldas de Invel no dejaba ver la cima del volcán aún activo debido a la concentración de nubes. Flammeus esperaba al entrenador con los brazos abiertos aunque imponiendo sus propias condiciones de dificultad, nuevamente había que aclarar el factor no menor de que el castaño no acostumbraba tanto calor.
- Al recorrer ese largo sendero notó que no se hallaba solo. Caminaban tras él, a pocos metros varias personas aparentemente haciendo una actividad de excursión, otros tantos caminaban solos quizás con intenciones de llegar a Flammeus tan pronto como pudieran al igual que él. El calor seguía presente y para colmo ante la falta de árboles la sombra era un bien escaso. El caminar del entrenador siguió a ritmo normal y en cuestión de media hora aproximadamente, había llegado a su destino.
- [b][color=#f04314]─Así que aquí estás... Flammeus Town.[/color][/b]
- Sonrió y se tomó unos segundos para descansar las piernas, repitiendo el proceso de mover un poco el cuello de su camiseta para que entre algo de aire y así poder refrescarse. De todas maneras nada se compararía a una buena ducha al llegar a su hospedaje, obviamente primero debía encontrarlo. Al caminar recordó algo que había escuchado sobre la ciudad en la que se encontraba, una de las razones por las que muchos viajeros escogían Flammeus como buena opción para hacer turismo.
- La razón eran las aguas termales, así de simple. Estando al pie de un volcán activo, Flammeus era considerada la ciudad más calurosa en toda la región sin duda alguna, Invel lo comprobaría por sí mismo al llegar y estaría de acuerdo. Teniendo dichas propiedades, muchos pensarían “¿qué sentido tiene meterte a unas aguas termales con el calor que hace?” Pues el simple hecho de relajarse, de disfrutar las propiedades beneficiosas que dichas aguas tienen para el cuerpo humano es suficiente para elegir visitarlas.
- Lo tenía decidido. Su primer objetivo en Flammeus no sería encontrar el Gimnasio Pokémon sino visitar las famosas aguas termales para comprobar en carne propia si vale la pena tanto renombre o si la gente exagera, algo probable en tiempos actuales. Con esa idea en mente sólo le quedaba recorrer la ciudad hasta encontrar el sitio deseado, parecía fácil más no lo era ya que Flammeus era una ciudad inmensa, gigantesca y de proporciones considerables. No sería fácil.
- Fiel a su estilo, Rukawa no tenía problema alguno en arreglárselas sólo y por su cuenta en esa misión de encontrar las aguas termales ¿qué tan difícil podría ser? Preguntar por aquí, preguntar por allá... Sería fácil, o eso creía. Notó poco a poco, como los que parecían vivir allí estaban ¿desanimados? Esa era su sensación al menos de momento, aunque podía equivocarse.
- Miró por varios momentos a las personas que caminaban una calle aparentemente comercial y también notó como los diversos puestos que allí eran atendidos por ciudadanos o personas que vivían en las cercanías de Flammeus, no estaban siendo tan concurridos ¿acaso se había metido en una zona comercial de baja reputación? No podía ser sólo eso. Mientras más caminaba, más cuenta se daba de que los ánimos en las personas no eran los óptimos.
- Miradas indiferentes, malas contestaciones y hasta pequeñas trifulcas, Invel estaba siendo testigo de un trato poco amigable en los comerciantes de Flammeus e inmediatamente hizo su hipótesis: El negocio estaba yendo mal, quizás no era la mejor época para los vendedores y puesteros de la ciudad. La mejor opción para él en ese momento era no establecer contacto visual innecesario, siguió recorriendo y observando lo justo y necesario.
- Luego de caminar durante unos veinte minutos o más, llegó a un punto muerto donde tenía dos opciones simples, izquierda o derecha. A la izquierda el camino era en bajada, no podía ver más allá de unos pocos metros pero no parecía una zona comercial. Sin embargo podía verse que por el camino de la derecha los comercios continuaban, quizás por allí encontraría el famoso sitio de aguas termales, mientras resista el calor seguiría buscándolo hasta encontrarlo.
- [b][color=#f04314]─Necesito una limonada... ─[/color][/b]Murmuró con cierta pesadez en su voz, estaba aburriéndose y gracias a su buena forma casi atlética podía soportar le calor ¿por cuánto más? Era un humano con limitaciones, después de todo.
- Al caminar pensaba de paso, en muchas cosas que venían repentinamente a su montón de ideas: Visitar un nuevo gimnasio Pokémon le exigía concentración absoluta y mucho enfoque, pensaba en si el equipo de seis seleccionado para este nuevo desafío era el correcto, y también pensaba si había sido correcta la decisión de traer a ese Pokémon en particular. Llegado el momento, lo sabría para bien... O para mal.
- Diez minutos, quince, veinte. Caminó y caminó bajo el sol que bañaba la ciudad del fuego, varios ciudadanos hacían sus compras, caminaban por las calles que desprendían un ligero polvillo ante cada pisada al tratarse de una zona con construcciones antiquísimas en medio de una gran montaña, o mejor dicho un gran volcán. Flammeus estaba ubicada al pie de uno, aunque no le veían como amenaza en esos tiempos según lo que Invel había leído ¿acaso el volcán estaba inactivo? Para nada, no lo estaba.
- Finalmente entre tanto recorrer suspiró con alivio y cerró sus ojos durante cinco segundos para recuperar aire, había llegado. Un gran cartel señalando ”Aguas termales • Flammeus Town” le recibía en la entrada de un complejo con un terreno bastante amplio. Era distinto a otros comercios cercanos, este ocupaba casi todo el frente de media manzana para sí mismo, se notaba que destacaba con facilidad respecto al resto. El muchacho no perdió tiempo y caminó directamente al portón del lugar, notando que el sitio estaba prácticamente vacío al menos afuera.
- [b][color=#f04314]─Estarán todos dentro... [/color][/b]
- Murmuró para sí mismo esa frase pero nuevamente se equivocaría. Al ingresar al establecimiento se dio cuenta de que en la recepción no había ni un alma, literalmente. Acercándose al mostrador tocó el timbre una, dos, tres y hasta cuatro veces en un lapso de tres minutos. Insistente era su segundo nombre.
- [b][color=#FFC30F]─¡Hey! Si nadie viene luego de que toques quien sabe cuantas veces ¿no crees que no hay nadie o no estamos disponibles? [/color][/b]
- Para sorpresa del joven proveniente de Kanto, una voz femenina un tanto alterada y con aparente enfado se hizo oír por toda la sala correspondiente a la recepción del lugar. Invel tomó distancia inmediatamente antes de que le regañen aún más y carraspeó antes de hablar.
- [b][color=#f04314]─Lo siento, vengo de un largo viaje y pensé en visitar este lugar... Ya sabe, para hacer turismo. ─[/color][/b]El joven fue sincero con su objetivo pero para su sorpresa, la respuesta por parte de la mujer sería negativa.
- [b][color=#FFC30F]─Te vas a tener que ir porque las aguas termales no están disponibles. [/color][/b]
- ¿Una broma de mal gusto quizás? No podía ser así ya que la expresión de esa mujer no aparentaba ser la de alguien jugando una broma. Además de que no era adecuado bromear con un potencial cliente, Invel sabía que la mujer hablaba en serio pero su curiosidad era mayor.
- [b][color=#f04314]─Comprendo ¿puedo saber por qué? [/color][/b]
- [b][color=#FFC30F]─Las aguas termales perdieron gradualmente sus propiedades a lo largo de las últimas semanas, ya no hay vapor ni mucho menos calor... Sólo cubículos con bañeras y baños repletos de agua a temperatura ambiente, no sabemos la razón. Como dije antes, no estamos siquiera atendiendo al público así que...[/color][/b]
- No pudo terminar las palabras ni Invel pudo preguntar algo más ya que una nueva voz se hizo presente en la recepción. Un hombre de avanzada edad apareció a través de una cortina, levantándola con su lento caminar. Un bastón de madera le ayudaba en cada paso y la sorpresa de la mujer en la sala dio a entender que a lo mejor el anciano no era nadie con un papel menor.
- [b][color=#FF5733]─Lo siento joven, parece que la señorita olvidó el protocolo de buenos modales para los clientes... Me disculpo. Tuvimos un inconveniente, algo ajeno al negocio. La ciudad tuvo un inconveniente, mejor dicho.[/color][/b]
- [color=#f04314][b]─¿Qué ocurrió? Si puedo saber, claro ─[/b][/color]Con ambas manos apoyadas sobre el mostrador y siendo observado con una mirada de seriedad por parte de la mujer, Invel decidió preguntar un poco acerca de ese supuesto inconveniente. A lo mejor así podría ayudar, o esa era su idea.
- [b][color=#FF5733]─Veo que no eres de aquí, comprendo. Es una larga historia, muchacho... ¿Tienes tiempo?[/color][/b]
- [/font]
- [center][img]https://images2.imgbox.com/63/d8/aN4zZIel_o.jpg[/img][/center]
- [font=Georgia]
- Ante la pregunta del anciano, Invel asintió sin problema alguno. Claro que tenía tiempo, también tenía curiosidad de saber lo que estaba aconteciendo en la ciudad. La expresión del anciano, sus ojos algo cerrados y su calma le hacían ver como el típico sabio en los pueblos, sólo que Flammeus no era un pequeño poblado sino más bien una gigantesca ciudad repleta de habitantes.
- Antes de comenzar a hablar, aquel misterioso hombre le hizo una seña a la mujer que se encontraba tras el mostrador, señaló a la puerta de ingreso y la dama inmediatamente asintió con la cabeza comprendiendo lo que debía hacer. Se acercó rodeando el mueble de madera y al estar cerca de la puerta simplemente la cerró. Ahora la sala tomaba una iluminación algo más amarillenta al no tener la luz ingresando por la entrada.
- [b][color=#FF5733]─Bueno, primero creo que debería presentarme ¿no? Mi nombre es Abel, soy el que está a cargo de este negocio hace más de cuarenta años, mi familia ha heredado las aguas termales de Flammeus a través de las generaciones, siendo yo el ante-último dueño. Digo esto porque será mi hijo quien herede el negocio, pero ya hablaré de eso...[/color][/b]
- Invel no tenía mucho que decir ante esas palabras, simplemente se dedicó a escuchar con calma.
- [b][color=#FF5733]─Ella es Dana, la esposa de mi hijo y nuestra contadora, además de ser quien brinda ayuda con la recepción. Bien, supongo que no quieres perder tiempo con más presentaciones pero... ¿Te molestaría decirme tu nombre?[/color][/b]
- [b][color=#f04314]─No se preocupe, siempre es agradable conocer nuevas personas y sobre todo si son amables. Mi nombre es Invel Rukawa, provengo de Kanto.[/color][/b]
- [b][color=#FF5733]─Kanto... Lejos, muy lejos. ¿Viniste a Ysiel por estudios? ¿Trabajo?[/color][/b]
- [b][color=#f04314]─Soy entrenador Pokémon, vine a iniciar mis primeros pasos aquí hace ya más de un año... Y aquí estoy. Mi objetivo es ayudar con la Pokédex a quien me otorgó mi primer Pokémon y también enfrentarme a todos los líderes de gimnasio.[/color][/b]
- [b][color=#FF5733]─Interesante, mi nieto también es entrenador... Se podrían conocer si quieres, es buen luchador y podrían tener una batalla amistosa.[/color][/b]
- [b][color=#FFC30F]─Ejem...[/color][/b]
- La voz femenina se hizo notar una vez más, pensando que a lo mejor el anciano se estaba yendo por las ramas y para colmo Invel le seguía la conversación sin dejar que continúe con lo “verdaderamente” importante en ese momento: Hablar sobre la situación de la ciudad.
- ─Lo siento. Muchacho, Flammeus está pasando por unos inconvenientes políticos que nos perjudican a todos, han pasado cosas malas en esta ciudad y estamos viviendo las consecuencias en carne propia. Es extraño que un forastero se interese por lo que pase en una ciudad ajena a sus sentimientos o responsabilidades ¿a qué se debe eso, joven Invel de Kanto?
- ─Soy un simple entrenador que vino en búsqueda de un nuevo desafío. Me hablaron muy bien de esta ciudad, y hasta ahora en lo único que acertaron fue en mencionar ese intenso calor que hace ahora mismo, pero sobre el calor de la gente... He visto personas muy malhumoradas ahí fuera, vi negocios vacíos y caras largas. La cosa no va bien, eso se notaba al llegar. Y ahora vengo a encontrarme con este problema, aquí.
- La mujer cerró sus ojos, se cruzó de brazos y suspiró con pesadez mientras que el anciano se giraba apenas para observarla, sabiendo quizás que la mujer estaba a punto de ser víctima de sus propios impulsos.
- ─¿Y por qué deberíamos contarle lo que ocurre aquí? Quizás es alguno de esos revoltosos que van sembrando el caos y quieren ver los resultados en carne propia, como todo morboso. No sabemos si pertenece a... Ya sabe, Abel.
- ─Lo dudo. No son tan inteligentes, es cierto que los podemos considerar morbosos despreciables pero... Este chico, sin ofender, no me parece que pueda formar parte de esa agrupación, no lo veo trabajando para él. En fin... ¿En qué estábamos? Ah, eso. Muchacho, espero tengas tiempo porque será una larga historia.
- El joven de cabello castaño no hizo más que asentir con la cabeza ante esa última oración dicha por el anciano, se dispuso a escuchar la razón o las posibles razones para que Flammeus se encuentre apagada, por más extraño que parezca. La historia comenzó sin más titubeos: El anciano le contó a Invel acerca de cuatro grupos políticos que integraban la política total de Flammeus. Cada uno de los grupos se especializaba en un campo.
- Un grupo que representaba la fuerza y la disciplina, liderado por alguien fuerte que tenía el don de liberar el potencial de cada persona, de cada entrenador. Este grupo era el encargado de la seguridad y la fuerza en Flammeus, tomando decisiones de índole estratégica para colaborar con la policía, los agentes Pokémon y otras organizaciones de bien y orden público.
- Un segundo grupo simbolizaba la ciencia, la sabiduría y el intelecto. Su líder era una persona sumamente inteligente en todos los sentidos, no eran luchadores ni criadores Pokémon de gran experiencia pero sus conocimientos en diversas ingenierías los ubicaban en el mejor lugar para ser los encargados de todo lo tecnológico en la ciudad, así como también para ser quienes se ocupen de las redes de comunicación y electricidad, entre tantas otras tareas.
- En tercera instancia aparecía ese grupo que reflejaba eso que todas las personas necesitaban alguna vez, la fe. En pocas palabras un grupo encargado de impartir la religión en toda la ciudad, no sólo una religión general sino más bien una especie de creencia en lo local, en una deidad llamada El Protector cuyo significado era mucho más que una simple leyenda para los ciudadanos de Flammeus.
- Finalmente el último grupo político era ese que suele verse seguido, muy seguido. Ese que en ocasiones desequilibra la balanza negativamente, ese que todo lo puede mediante un bien que le sobra en cantidad, el dinero. El último grupo político estaba compuesto por algunas personas dueñas de exuberantes cantidades económicas: Empresarios, banqueros, individuos con linajes poderosos. Pero era uno sólo quien lo lideraba sin duda alguna, dominando al resto de sus socios.
- Esos cuatro grupos políticos eran lo que mantenía organizada la ciudad, cada uno de los grupos se encargaba de su tarea sin entrometerse en las asignaciones de los grupos restantes. Era obvio que al tratarse de política, debían colaborar los unos con los otros en diversas ocasiones, aunque era obvio también que había piques y chispazos, o mejor dicho fuego: No todos los grupos se llevaban bien con el resto, había problemas.
- ¿Qué labor cumplían entonces esos grupos? Simplemente representaban una especie de balance que debía ser respetado a toda costa. Todos esos grupos respondían a un alcalde electo en parte por ellos, en parte por los ciudadanos, siendo obviamente los grupos políticos quienes daban el visto bueno ante el nuevo candidato al que probablemente deberían responder en sus años de mandato. Sin embargo lo que muchos no sabían era que ese alcalde era mera fachada.
- Si bien la explicación había sido buena y bastante detallada, Invel seguía teniendo muchas dudas y no le cerraba bien cual era la razón para los problemas. No era culpa de él, simplemente no le habían contado la historia completa... Aún.
- Luego de carraspear, el anciano contó más al respecto de la situación. Invel se enteró de que esos cuatro grupos eran liderados por cuatro personas, algo que el anciano había mencionado vagamente pero ahora lo explicaba con detenimiento y mayor detalle en cuanto a información. Cada representante o líder era guardián a su vez de una reliquia considerada sagrada, sumamente respetada y protegida.
- Cada reliquia era algo así como un tesoro en la ciudad, un objeto digno de respeto y cuyo significado era más que un mero bien material del que cuidar... Era algo relacionado con lo divino, con la fe. Abel contó acerca de ese protector de Flammeus, una deidad que protegía a toda costa el bienestar de la ciudad siempre priorizando la vida natural y también la de los humanos ¿era por eso que el volcán no había hecho erupción aún?
- Con toda esa información Invel comenzó a unir las piezas y teorizó varias ideas, pero ninguna correcta. Fue Abel quien sin más tardar le contó a Invel la razón de los grandes problemas en la ciudad: Todos los grupos políticos estaban divididos, habían cortado todo tipo de relación al verse inmiscuidos en una problemática compleja: Un robo, el robo de una reliquia más precisamente. Y según Abel, habían robado la reliquia al peor grupo posible de los cuatro... El grupo de la clase alta.
- Flammeus se veía envuelta en una problemática política gracias al robo de aquel tesoro sagrado, el grupo afectado por dicho robo se tomó ese acto delictivo como una provocación y nadie, absolutamente nadie provocaba a su líder. Una persona orgullosa, en ocasiones egoísta y muy buena en asuntos de dinero. ¿Se atrevían a robarle? Pues él tomaría acciones en consecuencia a dicha desgracia personal.
- El accionar de ese líder fue directo: Pensó que a lo mejor los otros grupos tenían algo que ver con el robo, sobre todo al ser ellos los únicos conocedores de la ubicación secreta que ese preciado objeto tenía. Había que reconocer que el líder tenía sus razones para sospechar de los otros grupos, sin embargo el anciano estaba en lo cierto al mencionar que las medidas optadas por el adinerado individuo eran cuanto menos, extremas y muy desafortunadas para el pueblo.
- Su primer medida de fuerza fue cortar con el apoyo económico a las otras facciones, dejándolas por su cuenta ─algo no menor considerando que ese grupo era el encargado de distribuir grandes sumas de dinero destinadas a obras públicas y un largo etcétera─ en segundo lugar optaron por cortar relaciones con el exterior, es decir las otras ciudades y también con regiones lejanas, países y más.
- Si bien los tres grupos restantes costaban con una suma obligatoria que llegaba mediante el pago de impuestos que cada ciudadano efectuaba, nada se comparaba a la cantidad que el grupo afectado por el robo tenía en sus bancos. Era impensado el hecho de no depender, aquellas pequeñas sociedades políticas necesitaban del abultado poder económico que el cuarto grupo les otorgaba.
- Las reacciones de Invel en relación a lo explicado por Abel eran cuanto menos de sorpresa, era increíble como pasaba de querer venir a relajarse en las aguas termales, a recibir una clase de historia y actualidad acerca de Flammeus. No solamente aprendería sobre la ciudad, sino que también se enteraría del gran problema que afrontaba, algo que desde afuera no podía apreciarse: Ahora entendía la razón por la que los comerciantes y varias personas estaban hundidas en la amargura.
- ─Entonces déjeme ver si entendí bien... ¿Por culpa de un ladrón desconocido toda la ciudad podría desmoronarse políticamente? No le encuentro el sentido a todo esto, es decir ¿Por qué alguno de los grupos o ciudadanos robaría esa cosa? Es decir, esa reliquia. No entiendo.
- ─Dinero, poder, influencia... Eso y más, hay muchos incentivos.
- Se hizo un silencio momentáneo luego de esas últimas palabras y un tercer individuo apareció en esa sala, ahora ya no estaban el anciano, la mujer e Invel, sino que también llegaba un masculino más. Su edad era mucho menor a la de Abel pero tampoco era un joven como Invel: Podía decirse que estaba cercano en edad a la mujer de la sala, Dana.
- El hombre tomó ubicación en el mostrador y apoyó ambos brazos en el mismo, desde una ubicación cercana a la mujer y al anciano, quedando finalmente casi frente a frente con Invel.
- ─Mi nombre es Clarke, un gusto.
- Y como si fueran a turnarse para contar la historia actual, esta vez el anciano permaneció callado para darle lugar al recién llegado, era su momento para contar los eventos que ocurrían durante ese tramo en la historia de la ciudad. Según el hombre, quien había robado esa reliquia no era un simple ladrón, de hecho estaba seguro de que era alguien cercano a la ciudad, alguien con muchos conocimientos sobre la misma.
- Por esa razón no podía descartar que uno, dos, e incluso los líderes de los grupos restantes no fueran los culpables de ese robo, siendo ellos unos entre los poquísimos ciudadanos de Flammeus que pueden conocer las ubicaciones de cada reliquia. Sin embargo no todo era política y jerarquías, había algo más que Abel no le había contado a Invel y que Clarke no pasó por alto, algo relacionado a la religión y las creencias.
- ─Muchacho ¿crees que las aguas termales se enfriaron de casualidad? Este calor tan molesto... Incluso esta ciudad sabe ponerle un alto a las condiciones climáticas, el volcán está furioso ¿te imaginas por qué? Yo puedo contártelo.
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- Invel no era tan despistado como aparentaba, tenía una vaga idea de por qué el volcán estaría “furioso”. Una maravilla natural que en muchísimos años había mostrado nulas manifestaciones de peligro ¿por qué de repente se activaría y generaría calor excesivo para la ciudad? El robo de una reliquia, un protector que defiende la ciudad... Poco a poco todo conectaba, pero el entrenador no enlazaba bien las ideas de momento.
- Como si se turnasen para hablar y contar la historia, nuevamente Abel era quien tenía la palabra al ser quizás un experto en el tema, su edad a lo mejor simbolizaba sabiduría y entendimiento al respecto ¿quien mejor para contar una historia así? Probablemente nadie en esa sala fuera capaz de tal acción. El comienzo de la historia tuvo lugar en esa misma ciudad, hace ya muchísimos años.
- La ciudad albergó fuertes guerreros, capaces de soportar las inclemencias del clima y las dificultades de vivir al pie de un volcán. Nadie sabe por qué escogieron Flammeus como punto inicial, hay quienes decían que se debía a algo divino: Había algo en esas tierras que les llamaba, algo más grande y significativo que un mero sitio para vivir.
- Cincuenta, cien, quinientos. Poco a poco la cifra de ciudadanos creció, desde un pequeño poblado hasta comenzar a ser la ciudad que muchos años después se conoce como una de las más grandes y pobladas en la región entera. Sin embargo no todo fue productivo para esos tiempos, el volcán fue cruel y se sabe que la naturaleza no tiene piedad con el hombre, ese ser que todo lo invade, que todo lo destruye.
- La amenaza estaba al caer, eran otros tiempos: No existía tecnología capaz de percibir el inminente accionar de un volcán, los ciudadanos de esa ciudad antigua estaban condenados. Siendo un gran punto de mercado, las pérdidas serían gigantescas pero también se perdería un valor incalculable en cuanto a lo humano, dicho valor no se podía medir con dinero y vidas humanas, se perderían muchas.
- Dice la leyenda, que valientes guerreros se reunieron en conjunto con otros poblados cercanos cuyo futuro también se vería afectado por el volcán: Trabajarían juntos para proteger la ciudad que comenzaron a construir con sus propias manos. Gracias a la ayuda de esos magníficos compañeros llamados Pokémon, el accionar defensivo dio comienzo: Grandes zanjas fueron cavadas con el único fin de albergar la lava y se colocaron gigantescas rocas con la finalidad de re-dirigir el magma.
- La leyenda también cuenta que hasta el día de hoy esos inmensos ríos de lava fluyen por debajo de la ciudad brindándole calor energía, son sos ríos de magma tan legendarios los responsables de supuestamente brindarle calor a las tan renombradas aguas termales de Flammeus Town, unas maravillas que no se encontraban disponibles lamentablemente para todos los turistas y lugareños que quisieran visitarla.
- No sabían cuando ocurriría, pero estaban listos. Creían estarlo. Los antiguos escritos contaron acerca de una amenaza que detonó en la noche, literalmente. El cielo se iluminó de un color naranja, con matices amarillos y negros, sí : Negro en la mismísima noche, negro por el humo. El volcán se activó, la gente apenas y podía despertar de su sueño sintiendo un olor a humo que descendía por la montaña. Allí a lo lejos, la furia de la naturaleza había comenzado su juicio.
- Los cuatro guerreros que lideraron la defensa de la ciudad en contra del volcán fueron quienes se mantuvieron siempre al frente, ayudando en las evacuaciones, prestándose al servicio de la comunidad, actuando como verdaderos héroes ─razón por la que Abel les mencionaba con tanta admiración─ y dando una mano en todo lo que les fuera posible. Alguien más estaba viendo todo eso, algo.
- El objetivo era difícil y las condiciones cada vez peores, ante tanta oscuridad poco podía hacerse para divisar el camino, mucha gente cayó en las grandes zanjas cavadas días anteriores: Quedando atrapados dentro, les esperaría un destino infernal en cuanto el magma iracundo caiga sobre ellos, sin hacer distinción entre ancianos, mujeres o niños. Los héroes tuvieron que dar una mano más, arriesgando todavía en mayor escala sus vidas.
- Humo, incendios forestales que poco a poco se acercaban al pie de la montaña y por consiguiente a la ciudad... La amenaza era mayor a cada segundo que pasaba y la situación se escapaba de las manos a cualquier persona. El miedo corrompió a los ciudadanos provocando que algunos abandonen sus hogares, que se nieguen a ayudarse los unos a los otros y prioricen sus vidas antes que las contrarias fue el comienzo de una desgracia inevitable.
- Lo intentaron. Los héroes buscaron todo método de convencimiento pero nada parecía funcionar, el volcán había comenzado a sacudir violentamente los suelos y la explosión era inminente, sin embargo alguien estaba viendo toda esa situación, esperando el momento indicado cual héroe que espera o parece esperar a último momento para hacer su aparición estelar, salvando así el día o la vida de miles y miles.
- Los pocos focos de incendio provocados por antorchas que cayeron se expandieron a los bosques cercanos, algunos Pokémon en estado salvaje perecieron por culpa de los mismos y la ira de los humanos era grande, la ira de aquellos con corazón suficientemente grande para preocuparse por alguien más. Lloraron, vaya si lo hicieron. Era triste observar como la ciudad que tanto tiempo les había tomado establecer... Caería por obra de ese volcán.
- Resignados, los héroes decidieron aceptar su destino al no tener manera de desviar la lava que poco a poco comenzaba a descender por el volcán, las rocas habían caído cuesta abajo hacía ya varias horas y las trincheras estaban aún repletas de humanos que en su descuido habían caído dentro, lamentablemente no había manera de salvarlos a todos... No a tiempo.
- Fue uno de los héroes quien tuvo la idea: Intentar salvar la mayor cantidad de gente posible mientras sus pulmones soporten el humo invadiéndoles, mientras tengan una gota de oxígeno harían lo posible por mantener vivo el bien más preciado de la ciudad: Sus habitantes, ese era el objetivo. Ante la inminente erupción volcánica, los héroes dieron comienzo a su última misión.
- Los fundadores se aliaron con los Pokémon del bosque para rescatar algunas personas que habían ido a parar a los alrededores, eran tiempos donde la energía eléctrica era casi impensable en ciudades apenas establecidas por lo que el uso del carbón era moneda corriente, no costaba mucho imaginar lo difícil que se hacía todo para esos héroes ¿cómo harían para rescatar cientos y cientos de personas en la oscuridad?
- Salvaron cuanto pudieron, hicieron cuanto estuvo a su alcance. Lava caía lentamente por la cima de ese volcán y a lo lejos podía verse la razón por la que esa pequeña Flammeus perecería. Sin embargo ese alguien que lo observaba todo notó como humanos y Pokémon trabajaron juntos, observó en carne propia como los humanos tan infames por su egoísmo y falta de principios, buscaron salvar una vida ajena antes que la propia.
- Ese alguien, también fue testigo de como un pequeño grupo priorizó la vida de muchísimas personas antes que las suyas. Ese espíritu de auto-sacrificio es algo tan propio en un héroe... ¿Cómo aquel espectador ignoraría tal virtud? No permitiría que algo le ocurra a un pueblo dirigido por personas de esas características, su buen corazón les había salvado la vida. A ellos y a los cientos y cientos de ciudadanos.
- La ira del volcán había sido aplacada por un grito sagrado, el grito de aquel ser que intervino en la salvación de la ciudad. En la oscuridad de la noche, una luz similar a la del sol lo iluminó todo y los centenares de pobladores originales fueron rescatados uno por uno. Aquella noche Flammeus brilló por primera vez en todo su esplendor, pero atrás habían quedado esos días de bendición.
- Invel comprendió al poco tiempo que ese alguien no era precisamente un ser humano, intuía que se trataba de un Pokémon y aparentemente estaba en lo cierto. Abel continuó la historia y mencionó a aquel conocido como El Protector cuya aparición en ese momento significó la salvación de la ciudad. Aquel protector no hizo su única acción ese día, permaneció custodiando los días siguientes al volar los cielos, comprobando que efectivamente Flammeus mantendría esos principios.
- La leyenda cuenta que ese protector le dio a cada uno de los guerreros, una reliquia que simbolizaba su lazo: El lazo entre los guerreros que salvaron a Flammeus y curiosamente El Protector, que les dio una ayuda importantísima en su labor. Aquel mítico ser se marchó de un momento a otro, pero todos sabían perfectamente que su protección permanecería en la ciudad y que siempre velaría por ella.
- Los fundadores y héroes de la ciudad protegieron cada uno su reliquia, heredándola a través de los siglos hasta llegar a la época actual. Haciendo un viaje en el tiempo y conectando cada punto, Invel comprendió que el robo de esa reliquia podía haber hecho enfadar a ese afamado protector. Si bien sonaba como algo religioso y probablemente mitológico en cierto sentido... Invel había sido testigo de numerosos sucesos increíbles ¿por qué no creer en este?
- ─Es una historia impresionante... Entonces ¿cree que ese protector está enfadado por el robo? ¿Por eso la ciudad está así?
- ─Puedes creerlo o no, joven. A mi edad he visto cosas increíbles ocurrir en esta ciudad, no creo que sea casualidad todo esto que ocurre. Tengo mis razones para creer que nuestro protector nos ha abandonado al ver que los principios de compañerismo y unión impuestos por nuestros fundadores... Han desaparecido gradualmente.
- ─¿No se puede solucionar? Es decir, las personas pueden cambiar. Lo único que debe hacerse es encontrar esa reliquia, devolverla a su lugar y... Bueno, dudo que sea tan fácil.
- Mientras el hombre que ingresó por último a la sala de recepciones y la mujer observaban, Abel e Invel dialogaban tranquilamente sobre la historia y el presente de Flammeus. Buscaron soluciones, charlaron un largo rato y los minutos siguieron corriendo. ¿El calor? Seguía presente y era difícil ignorarlo, incluso con el aire acondicionado en esa sala. Poco más de las siete de la tarde Invel recordó algo importante: Aún debía buscar un hospedaje.
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- Invel preguntó a los presentes si conocían un sitio en el que pudiera pasar la noche, también informó las razones por las que visitaba Flammeus y para su sorpresa se llevó una noticia, una bastante mala teniendo en cuenta sus motivos para visitar la ciudad del fuego: El Gimnasio Pokémon estaba cerrado sus puertas indefinidamente debido a que su líder se había marchado hace meses sin motivo aparente.
- Era normal que luego de escuchar esa noticia, los ánimos del entrenador hayan decaído un poco. También era normal que los presentes piensen que Invel se marcharía ni bien escuche esa noticia, sin embargo estaban equivocados. Ya que no tenía que enfrentarse al líder, al menos podía quedarse unos días más ¿la razón? Era simple, Invel quería ser testigo de un posible evento histórico en la ciudad. También quería ayudar, su consciencia le decía que debía hacerlo.
- ─No tiene sentido. Deberías marcharte a casa, chico.
- ─Tiene razón muchacho, estos problemas no tienen nada que ver contigo.
- Quien no estaba muy de acuerdo con la idea que tenía Invel sobre quedarse en la ciudad para ver si podía dar una mano en los eventos que acontecían era Clarke, el hijo de Abel. El anciano tampoco estaba muy a favor de esa idea, la mujer por su parte seguía cruzada de brazos con una mirada expectante, no opinaba nada al respecto o al menos no lo decía abiertamente.
- ─Pero... el gimnasio no está disponible. Vine desde muy lejos hasta aquí, viajé en un bus no tan cómodo y para colmo soporté una caminata con un calor infernal, ¿cómo puedo marcharme tan fácilmente?
- Las miradas de Abel, Clarke y Dana se cruzaron fugazmente durante unos pocos segundos, parecía que se ponían de acuerdo para encogerse de hombros y devolver la mirada al joven entrenador. Sin embargo esta vez fue la mujer quien entabló charla con el castaño.
- ─Ya. ¿Y qué piensas hacer? ¿Vas a salvar el día? Dudo que tengas siquiera idea de quienes mandan en esta ciudad, lo dudo.
- Nuevamente pondrían en contexto a Invel, esta vez haciendo mención especial a los grupos políticos y sus líderes en concreto. En primera instancia Dana nombró a un tal Fausto: Líder del grupo encargado de la fuerza, en pocas palabras. El hombre lideraba los entrenamientos en las academias policiales, también era el encargado de programar evaluaciones para futuros líderes de gimnasio, etcétera.
- Aquel líder, según contaba Dana, era una persona con carácter fuerte pero con gran corazón, decidido y muy fiel a sus convicciones. Alguien leal a los suyos, protector de lo que quiere. La fuerza es su principal virtud, sin embargo no es que se trate de alguien sólo fuerte físicamente, sino que su mente y sus Pokémon son algo que puede presumir sin dudas. Tiene una voluntad inquebrantable y si Invel quiere tener una charla con él, debería mostrar su valía.
- Por otra parte estaba Ivana, una ingeniera experta en tecnología de varios campos. Su principal labor en la ciudad es el desarrollo de tecnología en aporte humano, por así decirlo. No se especializa en artefactos para Pokémon exclusivamente sino más bien en el desarrollo y producción de centrales energéticas que puedan utilizar el calor volcánico ─o los ríos de lava que fluyen en las cercanías─ como recurso energético, también es la encargada de la seguridad digital local y gubernamental al proteger la red con sus impenetrables firewall.
- Siendo bastante sincera, Dana le informó a Invel que una mujer como Ivana jamás hablaría con él a menos que necesite algo de su parte. A ella no le interesaba que se encuentre frente suyo el entrenador más poderoso en todo el plano, lo suyo eran las ciencias, el conocimiento, el saber. ¿Invel quería verle? Debía mostrar su inteligencia y convencerla de que valía la pena tener una charla con él... O bien, debería mostrarle alguna utilidad significativa.
- Rose era la tercera líder política de un grupo dedicado a la fe y la religión en la ciudad. Fieles al protector, establecieron diversas capillas e iglesias a lo largo de la ciudad, expandieron la religión del protector por toda Flammeus considerándolo parte importante de la historia. Gracias a su lucha, pudieron incluir asignaturas de religión local en escuelas y academias Pokémon, ya que consideran importante que siga conociéndose la historia del salvador y protector, aunque no incluyan demasiado a los fundadores en dichos testimonios.
- Para Dana, Rose era quizás la líder más accesible con la que Invel podría tener una charla por el simple hecho de que al ser una persona religiosa, abunda la buena fe en ella y no se negaría a tener una conversación con un viajero que viene a proponer ideas para solucionar los problemas de la ciudad. Se supone que todos los políticos deberían escuchar a sus ciudadanos... Se supone para empezar.
- Antes de presentar al último de los líderes, la fémina le aclaró al entrenador que vaya olvidándose de hablar con este individuo en particular ¿las razones? Estarían expuestas en sus siguientes palabras o definiciones para esa persona en concreto: Manipulador, mentiroso, egoísta, avaro, pretencioso y haragán. Así definía la mujer con claros signos de enfado a ese misterioso sujeto.
- Elric, el último de los cuatro líderes era un poderoso millonario que habitaba en la cima de la torre más alta en la ciudad. Fiel a su estilo de verlo todo desde arriba. Hijo de un magnate, siendo el más pequeño de los hijos heredó casi todo el dineral que su padre obtuvo de generaciones pasadas. Presupuesto para obras públicas, presupuesto para investigaciones científicas y hasta mejoras para la academia policial en la ciudad: Todo eso, provino de su dinero.
- Sin embargo Dana contó que Elric no hacía eso por el bien de la ciudad o sus habitantes, sino más bien como un gusto personal. Invel por su parte no vio problema con eso, es decir ¿qué tenía de malo que ese sujeto ejerza su cargo por gusto? Lo malo, dicho por aquella mujer: Era que aquel político buscaba sacarlo en cara constantemente, quería reconocimiento, quería que le alaben y se auto-proclamaba “El dueño de la ciudad” al darle órdenes incluso al mismo alcalde.
- Ese era un pequeño detalle que Dana no había contado, el alcalde era conocido como la figura de máxima autoridad en la ciudad pero incluso entre los miembros de los tres grupos políticos restantes sabían que el alcalde no era más que una marioneta de Elric. Claro, el alcalde necesitaba una gran mansión cerca de las colinas, también necesitaba lo último en vehículos deportivos para sus tres esposas... Un tipo agradable, sin duda alguna. El punto en cuestión: Invel no tenía manera de hablar con el multimillonario.
- Era difícil olvidar que aquel magnate orgulloso había sido robado y por ende se encontraba atrincherado por decirse de alguna manera, en su torre. Desde la cima lo observaba todo, además tenía gente que respondía por él en toda la ciudad, sin embargo Dana contaba que a lo mejor aquel individuo se sentía sumamente humillado y no tardaría en hacer alguna estupidez, en cometer alguna locura con el fin de “castigar” a quien le robó... Pero no sucedería, sufrirían los inocentes.
- Fiel a su estilo algo terco, Invel decidió casi de inmediato que intentaría hablar con Elric pero Dana le detuvo a los pocos instantes, intentó convencerlo de que esa idea sería en vano y una completa pérdida de tiempo. ¿Quería ayudar? Entonces tenía que ir a buscar una audiencia con alguno de los tres líderes restantes de cada agrupación con el fin de buscar pistas, ideas, lo que sea que pueda ayudar a la ciudad. Esa reliquia debía ser devuelta a como de lugar.
- Parecía sencillo: La única labor que Invel debía hacer era ir como un completo desconocido a pedir una audiencia con tres líderes políticos siendo cada uno especialista en su “materia” por decirle de alguna manera. ¿Qué plan tendría en mente para ir allí? No podía presentarse así como así, de la nada y pretender que personalidades tan importantes le reciban de la nada... Sobre todo teniendo en cuenta el contexto político-social de la ciudad.
- ─¿Dónde dices que se encuentra el tal Fausto?
- ─Estás loco si planeas ir con Fausto. ¿Escuchaste lo que te dijo Dana? Es fuerte, probará tu fuerz...
- Inmediatamente Invel le detuvo, no había tiempo para excusas.
- ─Mira, intento ayudar desde mi humilde lugar tanto como me es posible. Si seguimos buscando excusas para todo, será difícil.
- ─Encontrarás a Fausto no muy lejos de aquí, a media hora en dirección al norte de la ciudad si no hay mucha gente en las calles. Sin embargo mencionaste algo de un hospedaje, te recomiendo que vayas ya mismo a solucionar eso y vuelvas en caso de que no hayas encontrado un lugar, te ayudaremos. Una gran torre de tintes carmesí, la única al norte de aquí.
- Invel agradeció la ayuda propuesta y también el consejo, era verdad que debía marcharse y buscar un sitio donde pasar la noche ya que no podía dormir simplemente en la calle. Agradeció la hospitalidad y las historias, saludó a la familia y se marchó a las calles calurosas de Flammeus que con la llegada del atardecer alcanzaron un buen punto de calor que complicaba el caminar del castaño en cada paso que daba buscando aquella torre carmesí.
- Se acercaban las ocho de la noche y Rukawa había caminado ya un largo trecho en la ciudad, comprobando una vez más con sus propios ojos como el ánimo de las personas en la calle no era el mejor. Empujones, algunas personas mal habladas y miradas extrañas fueron lo único que pudo rescatar hasta llegar a un aparente complejo turístico y de recreación que a su vez servía como hospedaje, no necesitaba buscar más.
- Sin perder tiempo ingresó, mostró sus credenciales y acordó el pago por una habitación durante al menos tres días ya que aparentemente ese era el trato que tenían en la ciudad con los visitantes. No sabía si pasaría tres días pero estaba seguro de que le vendría bien contar con un sitio seguro en el que dormir, aceptó el trato sin más. Pagó, le guiaron a su habitación y no hizo nada más en ese día salvo ducharse antes de acostarse a dormir.
- Antes de dormirse pensó en sí estaba haciendo lo correcto al entrometerse en un acontecimiento como el ocurrido dentro de Flammeus ¿qué tenía que ver él en todo ese lío? Absolutamente nada, sin embargo algo le decía que debía meterse en ese asunto y ayudar a solucionarlo, una voz desconocida que a lo mejor provenía de su consciencia. Sabía que debía encontrar la torre, pero también merecía descansar un poco. Mañana sería otro día.
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- Ocho de la mañana aproximadamente. Unas voces se alzaban en las afueras de la habitación, consiguieron despertar a Invel. El castaño se levantó a medias de la cama y notó como su cuerpo estaba envuelto en sudor: A simple vista el aire acondicionado no estaba funcionando. Bufó y dijo algunas cosas por lo bajo antes de levantarse por completo para dirigirse hacia la ventana y tomar un poco de aire fresco.
- Abrió sus ojos de par en par y se sorprendió: Notó como una gran cantidad de gente estaba fuera de sus casas, de sus negocios y establecimientos haciendo lo mismo que él, refrescarse ante tanto calor. Negó con la cabeza y se giró para marchar rumbo al baño y darse una buena ducha refrescante. Luego de la ducha optó por vestirse con ropa más acorde a un día tan caluroso y decidió salir, un largo día le esperaba.
- Era obvio que antes de salir a la ciudad pasaría por recepción en busca de respuestas con respecto al estado del aire acondicionado, aunque ya se imaginaba lo ocurrido y se notaba en la expresión de la recepcionista que negando con la cabeza hablaba con otras personas que a lo mejor se estaban quejando. Llegó a escuchar algo sobre un problema con la electricidad así que se acercó más para confirmarlo.
- ─Pedimos disculpas encarecidamente en nombre del establecimiento, pero esto no entra dentro de lo planeado... Es decir, no sabíamos que cortarían el suministro electrónico, hay problemas en los subterráneos y no tenemos respuestas.
- ─Buenos días, disculpe ¿dijo suministro electrónico? ¿de eso no debería encargarse Ivana o su gente?
- Invel comenzaba a jugar sus primeras cartas para hacerse pasar como un ciudadano más y así poder ayudar desde su sitio tanto como le sea posible. La mujer recepcionista se giró levemente para mirarlo con un gesto extraño y luego asintió con la cabeza, manteniendo una ligera expresión cargada de dudas mientras respondía.
- ─Eh... Sí, eso es algo que ya se sabe ¿no? Lamentablemente Lady Ivana no ayudará en nada hasta que no hagan las paces Elric y el resto, nos joden la vida a todos prácticamente... Con el perdón de la expresión. Si Elric no coopera, esto no va a mejorar.
- Poco más había por hacer en ese lugar lleno de inconvenientes, Invel ya tenía bien decidido cual sería el primer sitio que visitaría con intención de ayudar: La tal Ivana sería a quien solicitaría ayuda, pero en primera instancia debía volver al negocio de aguas termales para hacer algunas preguntas más antes de ponerse manos a la obra. La idea de buscar a Elric también tomaba más fuerza.
- Pasadas las nueve de la mañana Rukawa ya estaba en la sala de recepción de las aguas termales hablando con Abel quien afortunadamente se despertaba temprano a diario. El suministro eléctrico tampoco funcionaba allí y los rumores decían que más de un cincuenta por ciento de la ciudad estaba sin electricidad y eso era crítico para familias cuyo estado de salud exigía tener dicha energía.
- La charla de Invel con Abel tuvo que ver con la electricidad, sin embargo cambió de opinión y decidió ir a ver al tal Fausto ¿la razón? Creía que tendría más entendimiento con aquellos que ven la lucha como un modo de vida, las batallas como el sitio de confort y el entrenamiento como un medio diario de vivir. Agradeció nuevamente la hospitalidad de Abel y se marchó en dirección al norte de la ciudad.
- Caminando bajo el sol nuevamente pudo ver la incomodidad de las personas que no soportaban el calor, la falta de ventas o los problemas del día a día en esa ciudad tan acostumbrada a la prosperidad que una etapa como la que atravesaban les significaba una crisis deprimente. Se notaba en sus rostros, sus palabras y sus expresiones: La gente estaba viviendo un momento horrible e Invel no podía quedarse de brazos cruzados.
- Tenía los medios, las ganas y las buenas intenciones ¿cómo no ayudar en ese caso? Imposible marcharse sin tender una mano de ayuda. Caminó soportando el intenso calor mientras ascendía por las calles de terreno elevado en Flammeus, así en cuestión de cuarenta minutos aproximadamente había llegado a su destino. Un gran edificio carmesí de aproximadamente cinco niveles o más se alzaba frente a él, en la entrada podía verse el nombre grabado en un cartel cercano: “Bienvenidos a la torre carmesí”.
- Unos pasos alcanzaron para que suba los escalones que le dirigían hacia la entrada, se aproximó a la puerta y ni bien atravesó la doble entrada, se vio sorprendido por dos hombres que le pidieron identificación. Inmediatamente un tercer individuo hizo aparición al caminar pesadamente en dirección donde le retenían esos dos guardias. Sus pisadas eran decididas, su expresión sumamente firme al igual que su mirada y los brazos musculosos se movían a los lados con cada paso dado.
- ─Hay que tener coraje para pasar sin permiso alguno al hogar de la fuerza. ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
- Esa persona resaltaba y destacaba con facilidad del resto gracias a su largo cabello pelirrojo, era obvio que no era una personalidad común e Invel lo sabía perfectamente sólo con verlo durante unos pocos instantes.
- ─Me disculpo por entrar así pero estoy buscando a Fausto, necesito hablar con él.
- Una carcajada inmediata surgió de manera natural por parte del misterioso individuo quien se rió por casi dos minutos hasta detenerse, secando una lagrimilla y recuperando su seriedad para acercarse un poco más a Invel y hablarle.
- ─¿Y quién eres para poder hablar con él? ¿Pediste una audiencia? ¿Tienes una tarjeta de invitación? No te conozco y me das muy mala espina así que te lo diré amablemente, largo de aquí antes de que me pongas de mal humor... No es un buen día para hacer tal idiotez.
- ─Provengo de... Bueno, no importa. Mi nombre es Invel y vengo a ofrecer mi ayuda para recuperar el orden en esta ciudad, quiero hablar con Fausto para proponer una audiencia con el resto de líderes y así llegar a un acuerdo para que la ciudad recupere su bienestar. Los ciudadanos están sufriendo...
- ─Ah... Con que de eso se trataba... ¿Trabajas con Ivana? ¿Con Rose? No... Seguramente Elric es quien te envía. No tengo tiempo que perder con tonterías, dile a Elric que sus idioteces me tienen cansado y que le daré una paliza si no reacciona. No soy ningún ladrón y no permitiré que me ofendan de esa manera ¡Jamás!
- De inmediato aquel hombre más alto levantó a Invel con ambas manos al sostenerlo de su camiseta, la expresión del entrenador no se alteró pero sí levantó la mirada un poco sin dejar de establecer contacto visual. Por fuera parecía valiente, pero por dentro no quería admitir que esa situación le asustaba un poco. Aquellos dos guardias que custodiaban a Invel buscaron calmar al hombre que le sostenía hasta hacer que lo suelte.
- Invel sacudió su ropa y acomodó el cuello de su camiseta, sin dejar de mantener una expresión repleta de seriedad, mirando directamente a aquel personaje tan hostil.
- ─No sé de donde sacas eso pero no trabajo para nadie, no hablé con ninguno de ellos aún y vine aquí para hablar con Fausto, no sé si seas tú o quien... Pero esto no ayuda a nadie ¿no lo comprendes?
- ─Estás faltando el respeto, a mí y a esta institución... A esta ciudad. ¿Quién crees que eres para entrometerte sin siquiera tener un argumento a favor? Esto no es un juego de niños en el que tengas voz o voto, aquí las cosas se solucionarán de otra manera y créeme que no te gustará estar presente.
- Ante esas palabras cargadas de negativa, el entrenador buscó una manera más de hablar pero le fue imposible, aquel individuo se marchó dándole la espalda pero antes de abandonar la habitación se detuvo.
- ─No puedo juzgarte si quieres ayudar, si en verdad quieres hacerlo. Si ese fuera el caso... Mantente apartado, esto lo solucionaremos como hombres él y yo... Y si estás aliado con Elric te recomiendo marcharte ahora mismo de aquí antes de que me enfade, antes de que los guardias se enfaden.
- Le fue imposible responder a eso ya que el individuo se marchó a paso rápido y los guardias que le sostenían lo obligaron a marcharse, cerrando las dos puertas del edificio municipal tras de sí e impidiéndole volver a pasar. Era hora de buscar un nuevo plan pero los ánimos no estaban muy a tope: Rukawa había encontrado un nuevo obstáculo a superar y no sería nada fácil pero no podía resignarse. No aún.
- Nuevamente en el calor intenso de la calle, Invel pensó que podía volver a intentar hablar pero no, no tenía ningún sentido. Recorrió el camino que le llevaría nuevamente hacia las aguas termales y le contó todo lo sucedido a Abel, Clarke y Dana quienes ya se encontraban despiertos realizando sus actividades diarias. Se vieron sumamente sorprendidos, afirmaron que Fausto era efectivamente con quien Invel había mantenido una charla pero les resultó extraña esa violencia.
- Les costó creerlo, aparentemente el tal Fausto no solía reaccionar así, aunque también estaba la posibilidad de que la situación en la ciudad le supere y haya cambiado drásticamente su personalidad debido al estrés ya que después de todo aquel individuo seguía teniendo un cargo político importante. Sin embargo, según Invel refugiarse en un edificio no era la manera en la que un político importante solucionaría las cosas.
- No se habló más del tema y el castaño puso en marcha su siguiente parte del plan: Debía ir donde se encontraba la líder política de los religiosos, es decir Rose. Seguramente esa mujer iba a ser más amable que Fausto y a lo mejor podía llegar a usar su alta influencia ciudadana para fomentar la unión entre los mismos ciudadanos y los políticos, haciendo así posible una asamblea donde mediante un debate se podría alcanzar la paz.
- Invel sin embargo no era tonto, sabía que esa reliquia seguía desaparecida y mientras así fuera los grupos no cesarían su negación a trabajar juntos. Por ello mismo no perdió más tiempo y marchó a la zona sur de Flammeus, bajando por el terreno que descendía cada vez más a cada paso. Poco más de una hora a pie fue suficiente para que el castaño llegase a la gran catedral de la ciudad: Dicha catedral se mezclaba perfectamente con el entorno pero a su vez, resaltaba con facilidad.
- Al entrar notó un completo silencio sepulcral, mejor dicho de misa. Sin embargo dicho silencio se rompió a los pocos instantes. El culpable de ello no había sido Invel, sino la entrada de varias personas que parecían custodiar a alguien más. Esa persona en cuestión pidió permiso haciendo un poco de ruido con cada pisada y a lo lejos de aquella alfombra roja que estaba en el medio de esa gran catedral: Se encontraba una mujer de rodillas, rezando frente a un gran vitral con simbología extraña y algunos dibujos.
- La persona que se encontraba rezando fue advertida por dos monjas sobre la llegada de alguien en particular, y ese alguien seguramente no era Invel. Aquella mujer que había ingresado custodiada por varios sujetos de vestimentas particulares se quedó esperando a los pocos metros de aquella que rezaba hasta que se puso de pie giró lentamente de manera elegante, pausada y tranquila antes de hablar.[/font]
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