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- P R Ó L O G O
- • La nueva aventura •
- Tardé poco en despedirme, era un viaje más ¿No? Hice lo típico antes de emprender una nueva incursión a lo largo de la región, acomodar una mochila con Pokéballs y otros recursos, reunir a mi equipo y distraerme un poco antes de emprender la travesía. No necesitaba dar tanto aviso, después de todo en Ysiel podía decirse que yo era una persona completamente independiente que no necesita dar nota de todo lo que hace. Era normal desaparecer por una semana, dos, un mes... Pero esta vez, las cosas no serían del todo normales y a lo mejor estaba a punto de meterme en algo grande, algo distinto a lo que había enfrentado anteriormente, un asunto serio. Este viaje pronto me daría incógnitas ¿Cuál es la peor amenaza para el ser humano? ¿Es acaso la naturaleza misma una amenaza para nosotros? ¿Peligramos por el cambio climático o hay algo más? A lo mejor, es posible. Sin embargo, luego de este viaje tan particular comprobaría que la frase dicha por muchas personas tiene algo de sentido, mucho sentido: El peor enemigo del hombre, es el mismo hombre. Nosotros, los seres humanos somos la peor amenaza que camina sobre este planeta.
- S C E N E ' 01
- • Destino: Flammeus Town •
- La mañana estaba en su punto medio, el clima era más que agradable y en las afueras de lo que parecía ser un Laboratorio Pokémon se encontraba un joven y dos personas adultas de pie frente a él, un hombre y una mujer cuyas edades no superarían los treinta años. No estaban solos, al lado del joven había un Greninja estirando sus músculos ante la atenta mirada de la profesora que tomaba algunas anotaciones.
- ─Bueno, creo que está todo listo. Volveré en unas semanas, y si todo sale bien─El muchacho de cabello castaño interrumpió sus palabras, codeando a Sannin, su Greninja─Con ayuda de este muchacho y el resto de compañeros, traeré mi cuarta medalla.
- Sus palabras no tenían atisbos de duda al mencionarlas, el llamado Sannin tampoco las mostraba. Definitivamente no las tenían. Un nuevo viaje, uno igual de complicado a los anteriores donde el objetivo del muchacho no era otro más que conseguir una nueva medalla enfrentando a un rival que seguramente le daría batalla, una muy difícil batalla. Flammeus era el objetivo en ese viaje, unas siete u ocho horas de vuelo a velocidad normal sería suficiente, parando cada vez que sea necesario para que su Charizard descanse. Todo estaba calculado, pero a veces eso no es suficiente.
- Su equipo Pokémon estaba listo para afrontar ese nuevo desafío, la medalla del Gimnasio fuego era su premio en caso de salir vencedor, él sabía que al dificultad era altísima y que no podía ganarse esa medalla tan fácilmente, pero era sabido para él que durante los meses transcurridos sus habilidades habían mejorado, también sus conocimientos de batalla y sin dudas quienes más habían mejorado eran sus valientes compañeros de travesía. Cada tropezón, cada golpe y cada una de sus caídas sirvieron para fortalecer su espíritu, el espíritu de sus Pokémon; Podía decirse que eran uno mismo, un conjunto que no podría llegar a ser vencido fácilmente ya que ellos tampoco tenían intenciones de dejarle batallas accesibles a sus oponentes.
- Invel sabía que el viaje no sería su mayor preocupación, de hecho no lo fue. En unas cuantas horas había llegado a destino y sin ningún tipo de inconveniente o contratiempo. Sobrevoló los límites de la ciudad casi rodeándola, admirándola. Encontrada la puerta principal de la ciudad y una de las entradas más llamativas, descendió para pisar tierra firme, una vez hecho eso no tardó en desperezarse y estirar los músculos animadamente luego de un viaje exitoso. Sin embargo, algo llamó de inmediato la atención del entrenador, también la de su Pokémon -Charizard, también conocido como Pride- Al notar como un grupo de personas los observaba a ambos con cierta intriga pero también con algunas expresiones nada agradables a simple vista. Rukawa notó inmediatamente que su presencia no significaba nada bueno para ese grupo extraño, por lo que prefirió ignorar y continuar con lo suyo, debía ingresar a la ciudad.
- Caminó cerca de ese grupo y sintió esas miradas que quemaban, las miradas de alguien que no quiere nada más que ser hostil, era la primera vez que sentía esa sensación de no ser bienvenido ¿Qué ocurría con esas personas? Él no tenía manera de saberlo. Caminó durante unos pocos minutos hasta llegar a un gran arco que simbolizaba la entrada a la ciudad, un gran “Bienvenidos” se alzaba en la cima de dicho arco con algunos adornos a sus costados, lámparas de un color naranja fuerte y algunos kanji que podían leerse como “Flama” “Llama” “Fuego”. Claramente algo simbólico a la ciudad más caliente de Ysiel. Antes de pasar ese arco sonrió, pensando en lo irónico que ese “Bienvenidos” era en ese momento, también por momentos pensó en si acaso le confundían con alguien más, esas miradas a lo mejor no estaban destinadas hacia él. Al seguir avanzando vio pasar un nuevo grupo de personas, esta vez vestidos de forma un poco más extraña. Sus vestimentas eran unas túnicas color negro con algunos detalles rojos, naranja y amarillo. En sus cabezas llevaban unos gorros bastante extraños con un texto: Sacred Fire. ¿Un clan? ¿Un grupo religioso? ¿Entrenadores? Más curiosidad para Invel Rukawa.
- Algo más ocurrió mientras el joven entrenador caminaba al lado de esos misteriosos individuos, le observaron con cierta falta de interés pero detuvieron sus miradas en ese majestuoso Charizard, a él sí lo observaron con más atención y de hecho llegaron a hablar por lo bajo quien sabe qué cosas, a lo mejor estaban asombrados por el tamaño del Pokémon tipo fuego o quizás era una mera conversación entre ellos. Era normal que en Flammeus se aprecie a los Pokémon tipo fuego, pensó a medida que caminaba más y más ese sendero de tierra que lo guiaría a la ciudad en sí. Una vez dentro de Flammeus como tal, Invel notó los numerosos adornos y detalles que hacían alusión al fuego, ahora sí se sentía en el verdadero desafío, era cuestión de toparse con el gimnasio... Pero, primero quería comprobar algo más.
- Viendo como fue recibido por esas personas que le observaron de mala manera, pensó en sus adentros si sería buena idea buscar entrenadores locales, descartó dicha idea al pensar que pondría en peligro no sólo a sus Pokémon, sino a él mismo. Luego recordó haber leído sobre la ciudad en la que se encontraba parado, varias ideas sobre puntos turísticos en Flammeus vinieron a su mente de forma repentina y se detuvo en uno sólo que llamó poderosamente su atención: Las aguas termales, conocidas y renombradas en varios puntos de la región y seguramente ganaron ese renombre por su calidad, no podía perderse la oportunidad de relajarse un poco. Teniendo en mente una nueva misión temporal, caminó aproximadamente media hora hasta encontrar el sitio en cuestión, las famosas aguas termales de Flammeus Town, pero sin embargo encontró un nuevo evento intrigante en la entrada a dicho apartado turístico.
- ─¡Fueron esos desgraciados! ¡Sacred Fire! ¡Estoy seguro que fueron ellos!─Desde lo lejos Invel podía escuchar una aparente discusión en la que un hombre de avanzada edad estaba sentado en un banquillo de madera, rodeado por tres personas, un masculino de unos treinta y tantos años, y finalmente dos mujeres, una que rondaba la edad del antes mencionado hombre y la restante, apenas una adolescente. ─A-Abuelo... Por favor, cálmate ¿Sí? No ganamos nada enojándonos. Hay que pensar en frío, tu me lo enseñaste... ¿Recuerdas?─ La menor de las mujeres intentaba calmar al anciano, pero no había caso ya que este seguía con una expresión de enfado bastante remarcable ─Ella está en lo cierto. De momento habrá que esperar y calmar los aires, ya tenemos suficientes problemas. Todo se va a solucionar, podemos... ─ Con un fuerte golpe de palmas en la madera del banquillo, el anciano interrumpió al masculino para hablar en su lugar con un tono de voz bastante elevado ─¡No pretendan ignorar la situación! ¡Ellos robaron la Gema quebrantando el pacto! ¡Enfadaron a nuestro protector y por ellos, nuestra amada ciudad caerá en la peor de las desgracias hasta que devuelvan el equilibrio!─ La charla entre esas personas parecía tomar temperatura, por lo que el entrenador tenía decidido pasar de ello y entrar directamente al negocio, pero al caminar cerca de la puerta principal fue interrumpido por una voz.
- ─Si vienes a las aguas termales será mejor que no pierdas tu tiempo, están cerradas hasta nuevo aviso.
- Fue la mujer mayor quien llamó la atención de Invel con esas palabras, aclarando luego la razón para detenerlo ─Las aguas termales perdieron sus propiedades y ahora no son más que pozos con agua fría y de apariencia horrible─ La mujer no solo hablaba con Invel, también intentaba calmar al anciano dándole palmadas en la espalda mientras murmuraba algo inaudible para el entrenador. ─Ya veo... Muchas gracias por la información. ¿Acaso también son clientes?─ Invel no era tonto, sabía que no eran clientes. Preguntando eso a lo mejor obtendría más información sobre su charla ─No, el abuelo es dueño de las aguas termales, mejor dicho... Nuestra familia es dueña.
- Ahora comprendía la razón por la que las aguas termales no estaban abiertas al público, sin embargo le carcomía la duda ¿Quienes eran los llamados “Sacred Fire”? ¿Nueva organización criminal, quizás? ¿Entrenadores? ─Comprendo, bueno... Tendré que buscar otra locación para hacer turismo─ Y antes de poder marcharse, la voz del anciano se hizo presente una vez más. ─¿Y quién es para que puedan contarle lo ocurrido?... ¿Cómo confían abiertamente en un desconocido? Bien podría ser uno de esos cínicos, todo el mundo sabe que las aguas termales no están disponibles ¿Seguro que no formas parte de Sacred Fire? Seguro eres uno de esos locos ¿Vienes a burlarte de nosotros, mocoso?─ Y con el anciano poniéndose de pie, las cosas se tornaron un poco más elevadas en cuanto a temperatura. Aparentemente Invel tenía que enfrentar más hostilidad por parte de los ciudadanos locales.
- El joven entrenador comprobaba por experiencia propia como a medida que conocía nuevos sitios, podía toparse con gente sumamente extraña. Sin embargo, no comprendía por qué le relacionaban con los completamente desconocidos de nombre Sacred Fire ¡Acababa de llegar a la ciudad! Increíble. ─Yo no soy ciudadano de Flammeus, acabo de llegar─ El anciano detuvo su constante habla hostil para mostrar una expresión de vergüenza, callándose. ─Como decía, provengo de Ciudad Verde, ubicada en Kanto. Viajé desde muy lejos para llegar a esta región, mi objetivo es reunir las medallas de Gimnasio. Aunque por esta vez decidí hacer algo antes de buscar el gimnasio, lamentablemente no será posible...─Eso último claramente hacía mención a la imposibilidad de visitar las aguas termales. Tanto el anciano como las otras tres personas escuchaban atentamente, siendo el anciano quien frunció el ceño durante unos momentos como si algo hiciera “click” en su cabeza. Al notar que no hablaban, Invel continuó manifestando su sincera curiosidad con una pregunta ─¿Qué ocurre con la gente aquí? No fui bien recibido, perdonen la sinceridad pero... ¿Podrían contarme? También quiero saber sobre eso que llaman Sacred Fire.
- Al escuchar la pregunta del jóven entrenador, tanto el anciano como la pareja de adultos se miraron, asintiendo con la cabeza. Fue la mujer mayor quien habló nuevamente con Invel. ─Aquí no, hablaremos adentro si es que quieres saber. En esta ciudad, ya no se puede confiar en las calles─ Y así fue como el muchacho de pelo desalineado terminó metiéndose en un asunto que ni siquiera levantaba sospechas en él, pero que terminaría convirtiéndose en una verdadera aventura memorable, o no.
- S C E N E ' 02
- • Sacred Fire, Hope Flame •
- Finalizada esa charla más que acalorada, Invel hizo algunas preguntas y ante la invitación de la mujer a ingresar dentro de esa casa, no dudó. Quería saber, quería comprender las razones por las que había tanta hostilidad presente en una ciudad que según rumores era agradable, calurosa ante las nuevas visitas y un verdadero desafío para los entrenadores: Invel estaba seguro que esas descripciones no tenían nada que ver con lo que llevaba observando y viviendo en carne propia con respecto a Flammeus. Mientras ingresaba a la vivienda que a su vez formaba parte del gran negocio turístico, ingresó a la parte de la casa donde aparentemente vivía esa familia, supuesta familia.
- ─Sigo pensando que no debería confiar en un desconocido, sin embargo prefiero hablar sobre esto aquí dentro... Al menos sé que nadie escuchará lo que hablamos, sería peligroso. Aunque asumo que si quieres saber... Quieres ayudar. ¿Me equivoco?
- Efectivamente asintió, Invel no presentó palabras pero su gesto lo dijo todo, luego de que le inviten a tomar asiento en una gran silla de mármol al igual que la elegante mesa frente a él, todos tomaron asiento y mientras Invel miraba de reojo algunos detalles de la casa que le parecían igual de elegantes y llamativos, el anciano carraspeó antes de comenzar a hablar.
- ─¿Conoces la historia de Flammeus, muchacho? ¿Sabes acerca de nuestro protector?
- ─No, no estoy al tanto.
- La jóven adolescente que se encontraba al lado de una mujer muy similar a ella, probablemente su madre, sonrió al escuchar la pregunta del anciano. El hombre que aún no hablaba con Invel permanecía de espaldas a la puerta de esa habitación, casi como si la custodiase con su posición. La mujer que anteriormente había cambiado palabras con Invel, habló nuevamente.
- ─Presta mucha atención entonces, el abuelo es un experto en historia local y seguramente te enterarás de algunos detalles interesantes.
- Una mirada amable del anciano y un leve asentimiento con la cabeza fue el precedente para la historia próxima a ser contada, Invel por su parte se cruzó de brazos para prestar un poco más de atención ya que siempre venía bien conocer más sobre las ciudades que visitaba, aunque a lo mejor el jóven de cabello castaño no se imaginaba que estaba a punto de escuchar mucho más que una simple historia, conocería las razones por la cual Flammeus afrontaría quizás uno de sus períodos más oscuros y él, sería testigo en primera persona de ese turbio destino que enfrentaría la ciudad del fuego.
- ─Hace mucho, muchísimo tiempo... Flammeus era una ciudad pequeña, muy pequeña. La ciudad era pequeña en sí, no había muchos pueblos y obviamente las ciudades no existían. Flammeus fue una de las primeras ciudades conocida como tal, una verdadera ciudad donde la gente convivía en paz. Poco a poco nuestra ciudad fue una gran fuente de comercio donde dicha actividad se centralizaba aquí mismo, gente de otros puntos regionales se acercaban a nuestro pueblo para comerciar, generando así una mayor concentración de habitantes al ser Flammeus un lugar acorde para trabajar y vivir. Poco a poco la cantidad de habitantes creció a tal punto de cambiar completamente, de pueblo a ciudad. Así avanzaron los años, la gente cambió... Surgieron los primeros alcaldes, los primeros grupos religiosos, los primeros grupos políticos... En esos años inclusive parecía haber diferencias entre las personas, así se desató el primer conflicto.
- El jóven escuchaba atentamente esa lección de historia impartida por el anciano, las personas restantes en la habitación escuchaban con la misma atención que Invel, mientras que la jóven adolescente escuchaba con una expresión de asombro, como la de alguien que admira una película interesante, a lo mejor sintiendo que la historia era más que una buena película.
- ─Una gran guerra tomó lugar en aquellos años, hace muchísimo tiempo... La ciudad entera luchó unos contra otros, por simple egoísmo. Unos querían más poder del que ya tenían, otros querían eliminar competencia, cada quien habrá tenido sus razones prehistóricas y carentes de sentido común. En medio de esa gran guerra no sólo los Pokémon que luchaban a muerte se vieron afectados, sino que cientos y cientos de ciudadanos en los que se incluían niños, mujeres y ancianos, fueron víctimas de esa gran batalla sin sentido, donde personas cegadas por el poder y el odio, sumado a un gran egoísmo fueron el cóctel explosivo que casi destruye nuestra ciudad entera... De no ser por la aparición de nuestro protector.
- Protector. Invel ya había escuchado esa palabra anteriormente ¿Quién era el mencionado protector? ¿Un entrenador legendario? ¿Un prócer de la ciudad? ¿Un Pokémon quizás? Ahora era cuando su curiosidad iba en aumento, quería saber.
- ─En aquel entonces, se corría la voz de que un misterioso ser aparecía frente a los que más lo necesitaban, donde el fuego era incontrolable, él aparecía para calmarlo. Donde la batalla era cruel y sangrienta, hacía aparición para finalizar todo conflicto. Así poco a poco, los que luchaban sin escrúpulos ni respeto por las vidas ajenas disminuían en número y fuerza, mientras que, quienes velaban por un mejor lugar para vivir en paz representaron la mayoría que, además, eran bendecidos por nuestro protector. Esa mayoría era liderada por dos personas: Dos guerreros de extrema valentía que lucharon desde un comienzo contra esas fuerzas bélicas, y hay rumores históricos acerca de que gracias a ellos el protector hizo acto de presencia, fueron ellos quienes le invocaron con las dos reliquias de nuestra ciudad. La Gema y la Pluma. La gema era brillante y reflejaba todo en ella: Reflejaba un futuro mejor para la ciudad. Mientras que la pluma era ardiente, quemaba al contacto según cuenta la historia... Era el fuego sagrado de nuestra ciudad. Ambas reliquias forman parte del patrimonio local de nuestra ciudad... Sin embargo, no todo son buenas noticias. Lamentablemente no siempre hay finales felices.
- Cuando parecía que las cosas no podían tornarse más extrañas, Invel comenzaba a descubrir que la historia de Flammeus era mucho más impresionante de lo que jamás había imaginado, aunque a lo mejor se debía a la gran habilidad que tenía ese anciano para contar la historia de esa manera, una historia que bien podría ser ficticia, aunque de ser cierta... Sería impresionante. El castaño recordó que estando fuera del negocio, escuchó al anciano hacer mención a la gema ¿Acaso esa gema era la mencionada en la historia? Todo comenzaba a tornarse extraño, muy extraño. Pero de momento Invel quería escuchar la historia completa antes de sacar conclusiones desacertadas.
- ─Poco a poco la guerra llegó a su final, pero como resultado de ello hubo personas que decidieron seguir el camino de uno de los guerreros, al tener ideales similares a los suyos: Era una persona orgullosa, creía que las personas debían tener cierto nivel de elitismo para formar parte de sus filas y también consideraba que los débiles debían mantenerse a raya. Un verdadero ser orgulloso que veía a Flammeus lo suficientemente herida como para permitirse volver a caer en el mismo “error”, creía que su ciudad debía ser pura y exclusivamente para los verdaderos hijos de Flammeus. Por otra parte estaban quienes seguían al guerrero restante, un guerrero más compasivo y sensible que el antes mencionado, una persona que velaba por la inclusión y creía que una vez terminada la guerra , la ciudad de fuego debía ser la cuna de aquellos indefensos, sin hogar o sin destino. El primer guerrero veía como igual al segundo, lo consideraba un compañero pero ponía en primer lugar a la ciudad, el segundo veía al primero como su mejor amigo y hermano, pero el pueblo y el futuro de la ciudad eran mucho más importantes. Se dividieron, cada quien por su lado y era inminente un nuevo conflicto.
- El entrenador escuchaba atentamente las palabras del anciano, comenzando poco a poco a hilar pistas e ideas para quizás, comprender la razón por la que esas personas le habían observado de esa manera al llegar a la ciudad. Sin embargo le pareció extraño no haber escuchado nada acerca de personas hostiles en Flammeus... ¿Acaso era un movimiento emergente durante las últimas semanas o meses y por eso la gente desconocía dicho suceso? Era probable, muy probable. De momento el joven tenía muchas preguntas que hacer, más debía ser paciente y escuchar con atención ya que así quizás obtendría respuestas, o más incógnitas.
- ─Los años siguieron su rumbo, el tiempo siguió su curso normal o al menos ese fue el intento de todos los ciudadanos. Más no fue fácil que dos ideologías casi opuestas convivan una con la otra, si bien los dos líderes de cada movimiento se respetaban mutuamente, no podía decirse lo mismo de sus seguidores quienes tenían roces y conflictos frecuentes unos contra otros. Según dicta la historial, fue el grupo poseedor de la Pluma quien reunió más fuerzas al ser el centro de los mejores entrenadores y luchadores en esa época, mientras que los poseedores de la Gema eran más conservadores y pacifistas. Los años pasaron, y el grupo de la Pluma adquirió más y más poder... Así comenzaron los nuevos conflictos de dominación y exilio para los que no eran considerados merecedores de habitar Flammeus, cuenta la leyenda que muchos de los antepasados de habitantes que viven en otras ciudades se concentraron en Flammeus cuanto esta era una de las pocas ciudades en pie dentro de nuestra región. Este acto tan hostil por parte de lo más poderosos provocó la ira del protector y esta vez no hubo piedad.
- El anciano continuó su exhibición de historia mientras que Invel y las personas restantes en esa habitación escuchaban con toda la atención posible, completamente inmiscuidos en la historia que ese anciano contaba.
- ─Hay muchas versiones, algunos dicen que luego de ese incidente muchos ciudadanos con ideales cercanos a los poseedores de la pluma, abandonaron la ciudad. Otros rumores dicen que fue el protector quien los obligó por la fuerza. Ese fue el comienzo para una presunta etapa de paz, pero más que una etapa de paz... Fue el comienzo de una gran herida para Flammeus, una herida que casi quinientos años después sigue abierta. Puede ser que cicatrice poco a poco, pero siempre hay algo que vuelve a abrir la herida. Hace doscientos años tuvo lugar una de las guerras más cruentas y desgraciadamente una de las más famosas en toda la región. Mucha gente perdió su vida, muchos Pokémon también. Como estarás pensando, también fue el protector quien detuvo esa guerra de una vez por todas, amenazando con quemar hasta el último rincón de la ciudad en caso de que los humanos siguieran cometiendo los mismos errores una y otra vez, sean de un bando u otro, había que detener esa batalla por las buenas o por las malas.
- Como imaginaba, Invel ahora tenía más dudas que certezas y mientras más historia conocía sobre la ciudad, menos comprendía la situación actual, era difícil pensar que una ciudad aparentemente pacífica se había visto envuelta en conflictos bélicos de alto calibre en los que un supuesto protector puso fin varias veces a las guerras y eventos bélicos... ¿Acaso era un Pokémon el tan nombrado protector? Era muy probable que así fuera, era una gran posibilidad. Mientras el anciano contaba la gran historia bélica y conflictiva de la ciudad, las horas pasaban y el atardecer se aproximaba sin esperar a nadie.
- ─Déjeme ver si entendí todo... Dos grupos de gente en la ciudad lucharon unos contra otros hace cientos de años por una simple cuestión de ideales contrarios ¿Eso es todo? ¿Y quien es ese protector? ¿Qué tiene que ver toda esa historia con lo que hablaban ahí fuera? No me diga que...
- Y así era, el castaño estaba en lo cierto con respecto a sus sospechas, pero necesitaba escuchar directamente del anciano una afirmación o negación en caso de estar equivocado.
- ─Paciencia, joven. Ya te contaré sobre eso, necesitas entender el contexto y la respuesta vendrá sóla. ¿Recuerdas las dos reliquias que los protectores fundadores portaban en representación de cada uno de los grupos? Esas reliquias siguen existiendo, existieron a lo largo de estos siglos y dos familias fueron las encargadas de resguardarlas cuidadosamente ya que esas reliquias representan el equilibrio en la ciudad, el balance entre las personas que la habitamos y también son una señal de respeto hacia el guardián de esta gran ciudad, un guardián que gracias al egoísmo y cinismo de un grupo de personas, nos ha abandonado hace tiempo. Si has estado prestando atención a la historia, imaginarás... ¿Necesitas pistas?
- Invel podía llegar a parecer un joven despistado, pero su mente hizo un click inmediato al escuchar esa pregunta casi retórica. No necesitaba pistas, no eran necesarias. Comprendía a la perfección lo ocurrido y ahora tenía sentido lo que había escuchado ahí fuera, pero sin embargo aún tenía ciertas dudas.
- ─Ya veo... Entonces puedo suponer que sus antepasados eran los guardianes de una reliquia ¿No es así? ¿No puede denunciar a la policía el robo? Supongo que si sabe quienes fueron, es cuestión de hacer una denuncia pertinente ¿No lo cree?
- La pregunta del joven entrenador provocó que el anciano mirara al suelo y que la mujer que había hablado anteriormente, carraspee precediendo su próxima participación verbal.
- ─Eso no es tan sencillo como crees. Si prestaste atención, sabrías que los portadores de la pluma históricamente han sido gente poderosa. El poder en estos días implica también poseer dinero, mucho dinero. Te voy a contar que el Sacred Fire es un grupo político gigantesco, son los dueños de media ciudad y quizás me estoy quedando corta. Son los encargados de las relaciones con el exterior y también con el resto de ciudades, son los que llevan a cabo el desarrollo económico y sustentable de la ciudad. Piensa, entrenador... Ellos fácilmente pueden comprar a la policía si así lo desean, todo tiene un precio en esta vida para esas personas.
- El entrenador frunció el ceño y se cruzó de brazos, cambió su posición para llevar una mano a su barbilla y pensar con una expresión relajada, asintiendo con la cabeza como alguien que está analizando y dándole el visto bueno a una idea.
- ─Puedo ayudarles si quieren, es tan sencillo como ir a retarlos... Ya saben, una batalla. Y otra manera podría ser... Pagarles con la misma moneda, recuperar la dichosa gema y problema solucionado ¿No?
- Pecado de juventud. Invel subestimaba la situación de una forma tan inocente como imprudente, una completa estupidez. El masculino apoyado en la puerta no tardó en chasquear la lengua demostrando un claro desacuerdo con las palabras del forastero, mientras la mujer continuaba su charla con el joven.
- ─No seas insolente, estás subestimando todo... ¿Te das cuenta de lo que dices? ¿Crees que si fuera tan sencillo no lo habríamos intentado antes? Nos robaron la reliquia y no hay mucho que podamos hacer más que resignarnos, sobre todo sabiendo que...
- ─Sobre todo sabiendo que uno de los nuestros nos ha traicionado, alguien que vivió muchos años aquí entre los barrios más sencillos de la ciudad, le han lavado el cerebro de una manera horrible a tal punto de obligarle dicho accionar.
- ─¡Suficiente! No vuelvas a mencionarlo, no en mi presencia...
- El anciano tomaba una vez más el protagonismo llamando al silencio, la mujer y el hombre que hablaba luego de un buen rato en silencio obedecían sin rechistar al anciano, mientras que la joven muchacha observaba todo con detenimiento.
- ─Alguien nos ha robado la reliquia, eso es algo ya sabido. Pero no podemos ir a recuperarla joven, no es tan fácil como crees... Tienen poder, mucho poder y no dudarán en silenciarnos si es necesario. Tu ayuda es bienvenida, pero me temo que no puedo permitir que un joven se vea envuelto en problemas de adultos. Viniste aquí por otras razones, eso seguro. Así que no te metas en problemas ¿Comprendes? Para que te des una idea, estos sujetos no sólo quieren controlar la ciudad en su totalidad... Tienen otros planes en mente, y no es un juego de niños en el que puede meterse cualquiera, no lo es.
- ─Insisto en que puedo ayudarles, no subestimen mis habilidades. Enfrenté a personas muy poderosas y... ¡Sobre todo si se meten con la región u otras ciudades!
- ─¿Piensas que esto es un juego? ¿Una aventura más?─Repentinamente, el hombre que estaba apoyado en la puerta se separó de la misma para caminar en dirección a la mesa y apuntar con el pulgar al entrenador ─Aquí tu vida corre peligro, sobre todo si te encuentran hablando con nosotros. La ciudad está repleta de traidores y ya no se puede confiar en nadie, si me permites opinar tampoco confiaría en tí de ser por mí, pero mi padre y ella confían en tí sin razón aparente. ¿Sabes cual es mi consejo? Que te marches mañana por la mañana antes de que sea tarde, lo vas a lamentar en caso de que te pongan el ojo encima. Esto se solucionará tarde o temprano, más temprano que tarde y eso te lo prometo. Pero no debes entrometerte.
- La mirada del muchacho y la del individuo que casi doblaba su edad era la de un hombre decidido, la mirada de alguien firme en su postura y que no cambiaría de opinión fácilmente. Sin embargo, Invel estaba de visita en ese lugar y no podía faltar el respeto así que de momento, haría caso a esas palabras sin continuar discutiendo.
- ─Entiendo, no se preocupe. Me iré ya mismo, de hecho. Tengo que enfrentarme al líder de gimnasio y necesito dormir un poco así que mejor puedo ir buscando un hospedaje ¿Conocen algún lugar que recomienden?
- ─No hay líder de gimnasio.
- Y de repente los ojos de Invel se dirigieron a la adolescente que había dicho eso: ¿No había líder? El entrenador abrió un poco su boca en señal de asombro y rascó su frente claramente incrédulo.
- ─¿Cómo que no hay líder? ¿Es una broma?...
- ─Ella está diciendo la verdad, el líder desapareció hace tiempo y desde ese entonces el gimnasio de la ciudad está inactivo. Lo siento.
- Y así, de un momento a otro la razón por la que Invel vino a Flammeus Town había sido en vano, ya que no podría enfrentarse al líder local. Como si eso no fuera ya suficiente problema, también tenía que encontrarse con una ciudad repleta de problemas e inconvenientes que se mantenían muy bien ocultos en el resto de las ciudades. Rukawa tenía un problema por resolver y una incógnita ¿Volver a casa o ayudar en lo que pueda?
- ─Y por este lado de la ciudad dudo que encuentres hospedaje, tendrás que ir a la otra punta de Flammeus... No te lo recomiendo.
- El anciano aclaró su voz luego de decirle eso al joven entrenador y levantó la mirada.
- ─Puedes quedarte a dormir aquí por hoy, mi hijo y su esposa dejaron libre la habitación donde dormían cuando se mudaron así que puedes ocuparla. Y no te preocupes, las sábanas fueron cambiadas y está todo limpio. Deberías ir a descansar, mañana a primera hora deberías volver a tu pueblo antes de que te metas en problemas.
- S C E N E ' 03
- • Amenazados •
- No fue difícil dormir, aunque me había tomado unos minutos para pensar en lo ocurrido durante ese día. Mi objetivo era una medalla, algo complicado que había pasado a volverse tan simple comparado con lo que estaba por venir... Pero ¿Cómo un simple humano puede saber de lo que está por venir en el futuro? No tenemos esa habilidad, no me esperaba ser partícipe de un evento posiblemente histórico.
- ─Debes ayudarlos, Invel. (Es Entei)
- En la tranquilidad de la mañana, el joven viajero dormía con tranquilidad al igual que siempre, tenía esa “habilidad” para dormir incluso en situaciones complejas como la que estaba pasando en esos momentos. De repente abrió sus ojos de par en par como si hubiera escuchado algo, su respiración estaba agitada y su corazón latía velozmente, se sentía amenazado por momentos y no tardó en levantarse rápidamente ¿Una pesadilla? ¿Un mal sueño? Algo raro seguramente. Esa voz en sueños le habló y lo despertó, aunque más que un sueño, él sentía que una voz extrañamente familiar le hablaba desde la oscuridad de la habitación obligándole a encender una luz tan pronto como le fuera posible. Sin embargo no había oscuridad, la luz del día entraba sin pedir permiso a través de las cortinas, Invel estaba confundido.
- Renegó sentado en la cama durante unos segundos y se movió hasta quedar sentado con los pies en el frío suelo, irónico que sintiera frío en una de las ciudades más cálidas -Literalmente- de la región. Con cierta pesadez dejó caer su cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo para cerrar sus ojos posteriormente y suspirar, sentía una horrible sensación de ansiedad, como si algo malo ocurriera, como si algo malo estuviera por ocurrir y ya había tenido esa sensación de amenaza antes. La pregunta era ¿Cuando? No podía recordar. Chasqueó la lengua algo malhumorado y se levantó, poniéndose sus deportivas y buscando todos los objetos que había dejado dispersos en un escritorio cercano: Su Pokédex, su Pokénav y una billetera. Guardó todo en sus bolsillos y miró si su mochila estaba donde la había dejado, efectivamente así era.
- Salió de la habitación para encontrarse con la familia, no había nadie cerca ni tampoco en el salón donde habían debatido la noche anterior. No estaba en su casa así que no podía husmear como si nada, pero eso no le impidió tomarla decisión de dirigirse a un amplio pasillo cercano a la sala antes mencionada, dicho pasillo le llevaría a las aguas termales donde estarían divididas las tres zonas, una zona exclusiva para hombres, una para mujeres y obviamente, una mixta. Al ingresar sintió un ambiente frío, como si tuviera la capacidad para ver una especie de mala vibra en el aire, una sensación algo incómoda que no le agradaba para nada. Sentía frío. Dio algunos pasos hacia adelante y se topó con las termas, tal y como las había descrito esa mujer el día anterior: Pozos de agua helada con apariencia incluso sucia, mohosa.
- Miró con frialdad sus alrededores y suspiró con pesadez una vez más, dejando en claro su malestar por lo ocurrido con esa voz en sueños, y con el presente de las aguas termales que tanto renombre tenían en la región. Era triste.
- ─Es triste ¿No?
- Una voz ajena llamó su atención obligándole a girarse levemente, notando la presencia de esa mujer a sus espaldas. Asintió con la cabeza dejando en claro un pensamiento similar y continuó observando con cierta negación.
- ─No lo imaginaba tan así, no esperaba tanto... Se siente la tristeza en el aire ¿Tan mal está a ciudad? ¿Acaso de verdad algo más grande que nosotros puede provocar esto por errores humanos? Suena difícil de creer, pero no quiere decir que no lo crea... Es raro ¿No?
- Esa pregunta tendría una pronta respuesta, ya que la mujer tenía algo que mostrarle a Invel para cambiar un poco más su escepticismo.
- ─Puede ponerse peor, ven a ver algo.
- Giró sobre el mismo sitio para seguir a la mujer por ese largo pasillo, caminando casi a su misma altura. Aún tenía un poco de cansancio normal luego de despertarse hace pocos minutos por lo que su humor no era el óptimo, prefería mantenerse en silencio. Ya tendría tiempo para hacer payasadas más adelante a lo largo del día. La mirada de la mujer estaba fija al frente, inexpresiva y con una calma visible, pero Invel tenía cierta intriga ¿Qué le mostraría? Cuestión de minutos hasta salir a la calle sería suficiente para descubrirlo por sus propios ojos. Una vez fuera de la casa, caminaron hasta la acera donde un día antes esa familia discutía abiertamente. A simple vista no había nada raro fuera, sólo un grupo de personas hablando meticulosamente entre ellas, en ese grupo estaba el anciano. Rukawa notó de inmediato lo que la mujer quería mostrarle, estaba por todos lados.
- “Impuros desaparezcan” “Los hijos del fuego prevalecen, los indignos caen” “Fuera” “Largo de aquí” “¿Protector?” “Entrométanse y mueran, desaparezcan”
- Por todos lados, literalmente. En el asfalto, en algunas paredes de negocios o casas cercanas a la calle, había mensajes ofensivos en muchos lugares cercanos al negocio de las aguas termales. Esa calle no era la única afectada por esos graffitis y actos agresivos, al mirar en varias direcciones Invel observó grupos de personas que observaban otros escritos.
- ─¿Qué es esto? ¿Quien hizo esos graffiti?
- ─No lo sabemos, es decir... No conocemos los nombres de las personas implicadas, pero tú y yo sabemos el nombre de su grupo. Y esos escritos no son todo lo que ellos nos dejaron de regalo.
- La mujer señaló algunos lugares cercanos donde se podía ver humo apenas vivo, fuego apagado recientemente. En varios sitios podían verse grandes manchones color negro, similar al carbón. El entrenador sabía reconocer fácilmente esas manchas en paredes y en algunos postes de luz cercanos, eran producto de un lanzallamas muy poderoso, o de la combinación entre varios ataques de ese estilo. Ahora comprendía un poco más el miedo y la impotencia de esa familia, la cosa iba en serio.
- ─Esto... ¿Qué clase de amenaza es esta? ¿Qué ocurre con estas personas? Insisto en que deberían buscar ayuda, deberían hablar con la ley en otras ciudades... Algo, no lo sé.
- Entre esas palabras, el anciano caminaba lentamente con ambas manos tras su espalda. Observó negando con la cabeza algunas de las palabras escritas en varios graffitis y sonrió.
- ─Es lo que pasa por meterse donde a uno no le llaman, o al menos así lo describen ellos. Esta vulgar advertencia viene de quien nos robó la reliquia, no conforme con arrebatarnos nuestro futuro, también quiere arrebatarnos la fé... Quebrar nuestro espíritu, el de todas las personas que habitamos estos sectores de la ciudad. Ya no nos consideran ciudadanos, no nos consideran personas... Están dejándose llevar por las ideologías de un demente, de un verdadero demente. Oh... Mis modales... Es increíble que por esta situación no haya podido presentarme como es debido. Mi nombre es Belthasar, el culpable de todo este desastre.
- La mirada de Invel era seria, en su rostro podría verse la calma misma antes de la tormenta, el joven entrenador podía llegar a ser muy temperamental frente a acontecimientos de esa índole, no toleraba las injusticias ni las pasaría por alto. Los inocentes tenían derecho a vivir en paz, también los indefensos, y si ese grupo de locos quería revivir guerras de antaño que lo hicieran en sus mentes retorcidas, no en una ciudad pacífica que vive tiempos modernos justamente como eso, tiempos donde reina la paz y donde ya bastantes problemas hay con las organizaciones criminales.
- ─¿Culpable? No es su culpa que un grupo de locos haya robado y saqueado algo que le pertenece, así que no se culpe de todo esto...
- Sus palabras eran sinceras, no consideraba que un pobre anciano que había sido vilmente robado fuera culpable de un acontecimiento como el que atravesaba ese sector poblacional de Flammeus, pero sin embargo a lo mejor estaba un poco equivocado esa vez.
- ─Supongamos que anoche fui a un lugar con Reiner y les dejé un mensaje a esos desgraciados, no se lo tomaron bien y vinieron a responderlo.
- Click. El muchacho comprendió que aquel anciano había hecho posiblemente algo similar junto a Reiner, eso de dejar un mensaje. Pero ¿Donde? ¿En qué momento? ¿Salieron acaso a mitad de la noche para irse a un lugar y hacer algo como lo que se veía en las calles? Otro interrogante para Invel era el horario en el que esos desgraciados habían venido a escrachar calles, casas y paredes. Mientras el joven pensaba, la gente comenzaba a salir de sus casas para mirar con sorpresa y asombro todos los graffitis dispersos, en cuestión de minutos las calles se llenaban de familias asustadas por las amenazas, indignadas por tanta maldad al arruinar así tan bello paisaje en ese sector urbano de la ciudad.
- ─Solamente que no hicimos algo como esto, dejamos una carta en su adorado congreso... Supongo que no se tomaron bien la amenaza de que el protector les haría pagar su traición a la ciudad, aunque ya no servirá querer hablar por las buenas con ese desgraciado... Siempre fue un demente y es lamentable que muchos lo sigan. No se tomó de buena manera el hecho de que más de media ciudad no se dejó influenciar por él, ni por su dinero o sus amenazas.
- El joven comprendió que la situación se tornaba más complicada, mientras que la gente que habitaba esos sectores de la ciudad comenzaba a hablar en tono más alto formando un bullicio en el que difícilmente podía pensar con claridad. El tal Reiner caminaba algo enfadado en dirección donde se encontraban de pie Invel y el anciano, Belthasar. Su mirada reflejaba indignación pero también una clara expresión de desconcierto, como si no pudiera creer lo que veían sus ojos.
- ─No lo puedo creer... ¡Se les fue de las manos! Mira... Mira como incendiaron los postes, como atacaron... ¡Escracharon todo el vecindario y otros lugares más! Dicen que la plaza está hecha un desastre e incendiaron las pequeñas casillas donde jugaban nuestros hijos, donde jugarían... Está loco. ¿Qué haremos, padre?
- ─Esperar, Reiner. Esperar. No podemos cometer más imprudencias, me temo que nuestro último recurso era solicitar una asamblea, aunque quizás los métodos para convencer a ese desgraciado no fueron los correctos...
- Invel era un mero protagonista en esa charla que escuchaba atentamente al estar tan cerca, por unos momentos Reiner se tomaba la molestia de mirar al castaño con una expresión de “¿Qué hace este aquí todavía?”, era obvio que Invel no debía seguir metiéndose donde no le llamaban... Pero el jóven entrenador era tenaz en su pensamiento, no se iría sin dar una mano sobre todo teniendo en cuenta que no sólo la ciudad peligraba, sino también Ysiel en su totalidad.
- ─Esto parece complicado.
- ─¿Tú sigues aquí? ¿Qué esperas para marcharte a tu casa muchacho?
- ─A menos que sea un clon... No, no me marché. Y no pienso hacerlo de momento, ya dije que quería ayudar. Tengo como hacerlo.
- Lo que antes expresaba con la mirada ahora lo decía con palabras, Reiner no estaba para nada de acuerdo con que Invel siguiera en esa situación peligrosa, en cuanto al joven entrenador también estaba firme en su postura, no se marcharía. Sin embargo no eran los protagonistas en ese momento, ya que poco a poco el bullicio de gente comenzó a silenciarse poco a poco, cada vez más. El anciano fue el primero en mirar hacia su derecha, en dirección a la esquina de esa calle, Invel y Reiner siguieron con la mirada al anciano que poco a poco se giraba sobre si mismo, deteniendo su discusión momentáneamente. Algo sucedía en ese momento. Las personas estaban completamente en silencio mientras se veía que a lo lejos la pequeña multitud se abría cada vez más, algunos retrocedían apurando el paso como si quisieran evitar lo que sea que estuviera viniendo. Cuando Reiner pudo divisar algo que reconoció, inmediatamente sus ojos se abrieron de par en par con una expresión de preocupación inminente.
- ─No jodas...
- ─No puede ser...
- La voz en simultáneo de Reiner y el anciano se hizo escuchar con claros signos de que algo no estaba bien, a lo lejos se podía ver como un grupo de unas cuantas personas vestidas con ropajes más que extraños se aproximaban en dirección donde se encontraban Invel, Reiner y Belthasar. A medida que se acercaban, Invel podía contarlos: Dos, cuatro, seis, diez. Dos filas de cinco caminaban a paso ¿Militar? Mientras una figura los seguía caminando tras ellos, mirando hacia varios lados y apreciando el paisaje con desinterés. Luego de llegar donde se encontraban ellos tres, las filas de cinco se dividieron en individuales que tomaron una formación donde cada uno se ubicaba al lado del otro formando una especie de barrera en la que ese último hombre vestido de manera diferente, pasaría al frente.
- Más que ropas extrañas, parecían vestir armaduras de color negro al mejor estilo carbono, de hecho parecían tener detalles con fibra de carbono y unos muchos otros detalles en rojo que seguramente hacían mención y honor al fuego. Mientras esos misteriosos individuos hacían aparición, las personas lentamente retrocedían e incluso ingresaban a sus viviendas sin rechistar, Invel no era ningún idiota: Sabía quienes eran incluso sin saberlo como tal, lo intuía. Un carraspeo se hizo oír entre tanto silencio, era del hombre que estaba al frente de esos diez individuos restantes cuyos rostros permanecían serios.
- ─¿No hay saludos para mí? ¿Hola? ¿Qué tal? ¿Tanto tiempo? En fin, tampoco me interesa su cortesía. Es sabido que al menos aquí, no hay buena educación.
- La tensión podría cortarse con cuchillo durante esos momentos, las pocas personas que permanecían de pie en las cercanías miraban con expresiones de indignación a esos misteriosos sujetos que hacían aparición. El hombre que hablaba y parecía liderar a esos otros era quien hablaba sin interrupciones, mientras que Belthasar y Reiner le miraban negando con la cabeza, indignados.
- ─Mírate, mira en lo que te han convertido.
- ─¿Esto? Oh, es por mi ascenso. Gracias por notarlo. Es lo que pasa cuando uno trabaja duro, cuando uno... ¿Merece es la palabra? Sí, merece.
- Quien hablaba con el carismático individuo era Reiner, negando una vez más con la cabeza y haciendo apenas unos pocos pasos hacia adelante para estar a unos tres metros del antes mencionado desconocido. Algo que podía notarse fácilmente era que para Belthasar y Reiner, ese sujeto no era ningún desconocido, lo mismo podía decirse para el contrario quien parecía conocer a esos dos que estaban frente a Invel.
- ─Desapareces de un día para otro, nos enteramos que le robas a tu propia familia ¿Y ahora esto? ¿Qué diría tu hermana si te viera? ¿No tienes corazón?
- ─No vengas con sentimentalismo barato, evitemos esa escena por favor. Vengo porque aún siento un poco de piedad, por todos ustedes.
- Repentinamente el sujeto abrió sus brazos y se giró para mirar al resto de personas que observaban la aparición de esos que según Invel pensaba, eran perteneciente a ese grupo que tanto mal planeaba hacer en la región, que tanto mal estaban provocando en la ciudad. La sonrisa de ese sujeto que tenía una edad similar a la de Reiner, más de treinta años, había desaparecido por completo. Acomodó la capa que colgaba desde su espalda y miró con seriedad a Belthasar.
- ─Se terminó mi buen humor. Basta de juegos. Basta de meterse donde nadie los llama. Todo esto es innecesario, no hacía falta ¿No? No, estamos de acuerdo. No quiero verlos cerca del Congreso, cerca del centro... A nadie. ¿Saben lo que han logrado con su atrevimiento? Reforzar la seguridad del Congreso y la de sus trabajadores, nada más. Sin embargo el saldo es negativo para ustedes, porque primero... Miren este desastre, desagradable. Y segundo... Yo no les recomendaría acercarse a los límites de la ciudad, yo que ustedes... Me mantendría en casa tan tranquilo hasta que la ceremonia finalice.
- ─...
- ─¿Ceremonia? ¿Qué ceremonia?
- El carismático desconocido sonrió y se giró haciendo que su capa se eleve por el movimiento, dándole la espalda a Invel, Belthasar y Reiner negó con la cabeza y sus tropas o seguidores, también se giraron.
- ─¿No lo saben? Las dos reliquias volvieron a casa, costó reunirlas pero al fin están donde deben, con el canciller. La ceremonia será para celebrar el ascenso de nuestro líder, donde todos podrán o no, reconocerlo como la máxima figura de autoridad en la ciudad. Y por cierto, el alcalde está encantado de ceder su puesto así que no habrá problemas ¿Genial no?
- ─No se atreverían... Desgraciados ¿Es esto un golpe de estado? ¿Qué demonios tienen en la cabeza?
- ─Es devolver las cosas a su sitio, simplemente. Flammeus debe volver a la cima, así de simple. Con un inepto gobernando, permitiendo que cualquiera venga a ocupar puestos de jerarquía... ¡En nuestra ciudad! Fuimos el hazmereir de toda la región, ya no. La ciudad más poderosa en la historia de Ysiel volverá a emerger, emerjan o quémense con la lava de este volcán revolucionario. Y por cierto... A tí no te conozco ¿Nuevos reclutas? Que triste.
- El desconocido hizo obvia mención a Invel con esas últimas palabras, sin embargo todo lo mencionado anteriormente no podía pasarse por alto, ninguno de los presentes se tomó a la ligera esas declaraciones tan impresionantes como aterradoras. Eran sin duda alguna tiempos muy oscuros para Flammeus, y eso era apenas el comienzo de toda la cadena de acontecimientos que tendrían lugar en la ciudad del fuego, según ese misterioso sujeto predicaba.
- ─Las fronteras han sido cerradas, nadie ingresará a la ciudad. Nadie saldrá, a menos que quieran hacerlo por la fuerza y créanme, no se los recomiendo. Habrá otras medidas de seguridad muy pronto, manténganse en sintonía con su emisora favorita, Marcel FM.
- Y así, el individuo y sus diez seguidores se marcharon escudándole ante la furiosa mirada de Reiner y la triste expresión del anciano que parecía estar shockeado por lo que acababa de escuchar. Invel por su parte no supo que decir, que hacer. No era tan simple como liberar un Pokémon y luchar, eso era la vida real y no un simple combate Pokémon. Ahora que las fronteras de la ciudad habían sido cerradas aparentemente el joven castaño tenía que lidiar con ese status de prisionero en esa grandísima ciudad... Quiera o no, ahora tenía que meterse en los asuntos locales y buscar una solución urgente.
- S C E N E ' 04
- • Secuelas, cuando pasó el temblor •
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